miércoles, 14 de diciembre de 2011

Más que jodidos, preñaos

Hace cuatrocientos años que Descartes dijo aquello de “pienso, luego existo”. Lo dijo como una verdad absoluta y hoy se pondría en duda ante esa cruel enfermedad que deja a quienes la padecen en estado vegetativo. Pero éste es un enorme reto científico y la razón del presente artículo está en desentrañar la filosofía, es decir, en los matices que en la actualidad tendría la sentencia de Descartes. El resultado sería algo así como “pienso, luego soy un peligro”, o “pienso, pueden demandarme”. El pensamiento racionalista actual cotiza a la baja, y puesto que el poder lo detenta el dinero, no cabe duda de que sea éste quien cavile. Y de esta manera es más fácil que el poder escuche una conferencia de Octavio Acebes a que profundice en pensamientos filosóficos. Así, quién no ha escuchado alguna vez la frase imperativa “calla, que a ti no te pagan por pensar”. Es como un anticipo, una premonición de lo que está por venir, y si se pierden las formas, volverán los súbditos, y aunque en un principio la pérdida de respeto retrate más a quien la practique que a quien la soporte, una manzana pocha termina por pudrir a todas las demás, y la indignidad será la moneda de cambio. Volverán los amos, castigarán a sus siervos de manera desproporcionada y hasta les quitarán su hacienda. Además, esto nos consuela, caerán en desgracia palmeros como Sostres o Dragó porque estarán ya amortizados. Ahora son dos verdugos que culpabilizan de todo a esos trabajadores que están por debajo de la pirámide, para quienes sirven recetas como la de excluirlos, defenestrarlos, echarles la culpa de la crisis y pedir para ellos una reforma laboral que acelere la esclavitud.

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