Tómenlo como una opinión de urgencia y, por tanto, no tiene
mayor reflexión que la del tiempo que pasa de la noche a la mañana. Eso sí, tan
válida o más que ese comentario que se da cuando el debate está casi de cuerpo
presente y los señores del Recambio se apresuran a realizar diagnósticos
“objetivos”. La sensación con la que nos fuimos a la cama fue que en el cara a
cara nos sentimos cómodos y representados por ese gran material para el Cambio,
la política del señor Pedro Sánchez, que aún no habíamos podido escuchar en la
voz de otros políticos. Pero se puede ser justos y decir también, por qué no,
que si ese cambio no nos satisface, este país tiene banquillo, cosa de la que
no se ha dado cuenta el Partido Popular. Pero quitémosle
importancia y digamos que, a poco, que en este caso ha sido mucho, debatir
con Rajoy sus cuatro años de recortes en derechos laborales, sociales,
sanitarios, educacionales, etc. puede carecer de importancia. En palabras que bien
pudiera usar don Mariano, sería una victoria como la del Barça contra el
Villanovense. Por ello hay que decir que este cara a cara era desigual y
asimétrico, y puede esconder la trampa de que aun habiendo ganado Pedro con
claridad, unos maquilladores le digan que “no se pueden perder las formas”
(Pablo Iglesias quizá agradecido de ese “Vais bien, Pablo”) o que incluso “haya sido demasiado duro” (Albert Rivera y la cortesía de un homólogo). Y nosotros
decimos: Entonces, ¿para qué sirve un cara a cara? ¿para qué llevamos los
ciudadanos cuatro años quejándonos del dolor infligido con desahucios, recortes
a los dependientes o asistiendo sorprendidos cómo le colocan apósitos a
Bárcenas o a Rato? ¿para que ahora nos duelan las palabras? ¿para que no se
digan las cosas cara a cara, sino a la espalda, como si Rajoy fuera un jarrón
chino que se nos pueda romper con un grito? ¡Váyanse a paseo! Sin embargo, creo
que a Sánchez aún no le ha llegado lo peor, y lo peor son las opiniones de esos
versos sueltos creadores de opinión y de intereses que ya antes del debate le
lanzaban recaditos para animarle. Sólo dos ejemplos. El primero de don Eduardo
Inda: “Pedro Sánchez está políticamente desahuciado”. El segundo, ya lo pueden
imaginar, el del “razonable” don Francisco Marhuenda, quien con palabras parecidas
se escandalizaba de la osadía de ese chiquito apellidado Sánchez: ¡Batirse con
don Mariano Rajoy!!! Nuestra humilde opinión, si el pueblo quiere, es la de colocar
al frente de nuestro país, para pelear en Europa, a un doctor en Economía
alejado de los Registros de la Propiedad, que es don Pedro Sánchez, pues llega
un tiempo nuevo y para “registrar” a España y dejarla sin un duro ya tenemos
bastantes.
Título: De los "cara a cara" a los "beso a beso"
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