Acabadas las vacaciones, no es el momento de hacer ruido ni
de abrir el álbum de “selfies” para castigar aún más a ese chico o chica que
vive sus últimos momentos para enfrentarse a los exámenes de septiembre.
Parecía que no iba a llegar nunca, pero llegó. Ahora sólo queda embutirse la
materia como sea, e incluso hacer chuletas de tatuaje, que aunque son muy
eficaces, puesto que ningún profesor va a sospechar semejante locura, quizá,
amigo estudiante, no te valgan de nada porque las recordarás sin mirarlas, pero
si te apetece tampoco te va a pasar nada por tener otro tatuaje más. Esto me
trae recuerdos de otros tiempos: de un chaval que en la época de “Greese” forró
la carpeta con una foto de Olivia Newton-John, una actriz que le encandilaba y hasta
se la sabía de memoria, pero luego renegaba por no haber forrado la dichosa
carpeta con la tabla periódica de elementos, una tabla con la que hubiera
conseguido el medio punto que le faltaba. Mala suerte, aunque era injusto que
se quejase cuando la encantadora chica le había acompañado durante todo el
curso. Pero hay más, porque alrededor de los exámenes siempre existió todo un
ritual. Cada vez quedarán menos que lo recuerden, pero no hace tanto las pobres
abuelas dejaban una vela encendida mientras el nieto realizaba el dichoso examen
de reválida, prueba a la que se enfrentaba después de superar el cuarto curso
de bachiller. Después, en sexto había otra y aquí solía ser la madre la que le
daba un beso en la frente con estas palabras: “hijo mío, a ver si
te haces un hombre de provecho”. Con el aprobado, el chico llegaba a la
Universidad y allí tenía un abanico de opciones, entre ellas entrar en la tuna,
y desde aquel pedestal, una de dos (gracias Aute por visitarnos estos días), o
aprobar por ser un superdotado, o darse cuenta que la anacrónica vela de la
abuela ya no alumbraba ni a la farola del mar de la copla. Pero eran otras
épocas (hoy no ocurre eso, hoy los tunos estudian) y hay que decir que a la
Universidad también se entraba para hacer carrera y abrirse puertas en el mundo
del trabajo, y esa era la opción que tenía más seguidores. Nos interesa aquello,
era bonito, sobre todo si lo comparamos con lo que ocurre en la actualidad. Ahora,
ya se sabe, da tiempo a que te licencies en dos o tres carreras y aún no estar
lo suficientemente preparado para el trabajo. Pero nada de venirse abajo, que
esto lo va a arreglar esa Lomce del señor Wert, que a los requisitos de las
tres carreras y algún máster más para que nos coloquemos como él, le ha agregado tres reválidas
y otras tantas ocurrencias. Toda una genialidad. Esta era la solución que los
jóvenes estábamos esperando.
En www.salamancartvaldia.com tenéis mi artículo del martes 1/9/2015.
Acompañadme:
Título: "Parque de La Alamedilla".
jajajajja. No te digo como copiaba yo en los exámenes.....................
ResponderEliminarLo peor fue cuando hice PREU. Jolines, aquí no pude copiar, y tuve que repetir.
Fíjate que yo hasta en las oposiciones..............
ResponderEliminar¿Como lo viste???????????
Veo, Lía, que han mejorado las generaciones...
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