martes, 22 de septiembre de 2015

DE AYLAN A ELIAN

Se vive tan deprisa, que a veces la conclusión llega antes que la historia y si veinte años no son nada, sesenta tampoco. Se lo puedo asegurar. Y cuando se escribe de manera intergeneracional todo tiene que tener una explicación. El otro día, hablando con un amigo sobre Aylan, símbolo niño del éxodo sirio, le comenté que era un parecido razonable con el caso de Elian González, o Eliancito, y me asombró su respuesta: “Quién es Elian”. No recordaba nada de aquella historia. Este amigo tiene poco más de treinta años y le entendí rápido en cuanto subí a esa otra mente científica que todos tenemos, menos literaria, en la que echas cuentas y enseguida bajas a la realidad: En la época en la que el “caso Elian” era portada de todos los periódicos del mundo, allá en los comienzos del milenio, mi interlocutor no alcanzaría siquiera los quince años, y con esa edad su vida transcurriría con normalidad y su mayor anhelo lo ocuparía el intento por colarse en alguna de aquellas discotecas para las que había que contar con dieciocho. Mi amigo no tiene la culpa, quizá recordara hechos anteriores o posteriores, pero con quince enamoradizos años... Además, aún era pronto para estar en las redes y leer blogs o periódicos digitales de los que disfrutamos en la actualidad y que, por suerte, hoy algunos profesores los enseñan en las aulas. Pero acabemos: La reflexión la hicimos al comienzo de este artículo y no es otra que “se vive tan deprisa, que lo que para alguien de sesenta es una noticia de ese ayer reciente, para uno de treinta es un hecho desconocido”. Ahora vamos a la historia de ese ayer: Elian, con siete años, como si fuera un alter ego vivo de Aylan, fue encontrado a la deriva en una patera en las costas de Florida. En principio iba acompañado de su madre, pero la suerte se había aliado con él mientras ella había desaparecido bajo las aguas. ¡Vaya suerte el pobre! Los familiares de Miami lo acogieron, pero al reclamarlo el padre, que se había quedado en Cuba, hubo un conflicto diplomático en las más altas instancias: Se trataba de valorar qué era más importante, si los deseos de su madre muerta en buscarle un futuro mejor, o los deseos de su padre vivo de que volviera a la isla, pues a él nadie le había pedido autorización para su marcha. Y más importante aún: ¡Quién se atrevía a decirle a Fidel que la educación en los ideales de la Revolución eran peores que los que le ofrecía el Capitalismo yanqui! Al final, primaron los intereses de la mayor parentela y el niño hubo de ser devuelto a Cuba. Del momento de la entrega de Elian quedó constancia gráfica cuando la Policía americana, ametralladora en mano, tuvo que arrancarlo de los brazos de los familiares maternos. La fotografía, con los ojos del niño llenos de terror, fue premiada con el Premio Pulitzer, al igual que lo será la instantánea de Aylan.


En www.salamancartvaldia.com tenéis mi artículo del martes 22/9/2015.

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Título: "¡Bienvenido, Osama!".

1 comentario:

  1. Y lo mismo pasará dentro de 4 días con el caso de Aylan.
    No sabremos ni quien era el tal Aylan.

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