Por un tijeretazo en la Ley, estos últimos días se ha hablado
mucho sobre publicar o no imágenes de detenidos en los medios y muchos piensan
que si existen indicios por parte de la Policía o de los jueces de que una
persona pública, de esas que tocan nuestro dinero, está infectada por la
corrupción, esa persona debe ser noticia (aunque la llamen “pena de telediario”)
pues con ello servirá de ejemplo y coacción a ese otro político con tendencias
“choricidas” para que no caiga en las mismas tentaciones. Y si después todo da
la vuelta y se han equivocado, también se debe informar que tal señor o señora
ha sido exculpado o exculpada y, si ha lugar, hasta buscar responsables de
difamación. Lógicamente cualquiera nos advertirá que aun así no se repara el daño causado. Es posible, pero las
estadísticas están ahí y tanto la Policía como la Justicia tienen un alto
índice de aciertos y si alguna vez se equivocan podemos decir que es parte de
las bagatelas de la política. Además, mientras se solucionan los casos, tenemos
a los compañeros de partido que pueden dar la cara por él o por ella y cortarse
una mano si hace falta, aunque si entramos, por ejemplo, en la historia de Bárcenas
podemos decir que hoy sería el partido de los mancos. Para el ciudadano normal,
amante de las libertades, la llamada coloquialmente “Ley mordaza” que se espera
para julio, en lo referente a la información, estaba correctamente diseñada y
tanto el político como el empresario honrado no tenían nada que temer; a partir
de ahora, con los cambios introducidos por el Gobierno, sin aviesas intenciones,
por supuesto, el que está de enhorabuena es el corrupto, que parece se hubiera
quejado del desprestigio sufrido, siendo la corrupción para él una cosa natural,
realizada en la intimidad y sobre cosas que, por no estar al alcance de los
pobres, a éstos no les afectaba. Una joyita por aquí, un ático por allá, una
minucia del 3 al 20 por ciento en otros casos, etc., etc., no eran razones para
que los sacaran en las noticias y hasta esposados como si fueran unos delincuentes
de chichinabo. Ahora sólo nos queda decir que el señor Rato no ha tenido suerte,
pues habiendo sido él vicepresidente de Gobierno, presidente del FMI y
presidente de Bankia, ¡qué vergüenza no habrá pasado el pobre! Todo sea para bien de los próximos en ser
detenidos, que irán de casa al cuartelillo en limusina y no se va a enterar ni
el conductor.
En www.salamancartvaldia.com tenéis mi artículo de hoy martes, 9/6/2015.
Acompañadme:
http://salamancartvaldia.es/not/59602/los-pactos-en-la-calle#sthash.9eH22zB3.dpuf
Hoy, como título: "Los pactos, en la calle".
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