Esta semana de las sombras, la pasada, desde que dijeron que
se haría pública la lista de Falciani, algunos hemos estado en un sin vivir.
Entre seiscientos y pico de españoles que aparecen en ella, el que pudiera
tocarnos no era ninguna tontería. Habrá quien no nos comprenda, pero acostumbrados
a optar por una colocación de enterrador entre quince o veinte mil individuos, las
659 plazas de Falciani, para ser más exactos, era un porcentaje nada
despreciable entre 46 millones de nada.
Pero no ha habido suerte, siempre toca a los mismos. Ni una
mísera pedrea. Otra oportunidad perdida. Razón llevan quienes dicen que al
menos hay que comprar el billete. Miro la lista una y otra vez y encuentro
apellidos de gran alcurnia. Me llama la atención uno, de los egregios, de esos
que hicieron una gran labor en la España triste, de los que llegaron a
verificar que los rojos tenían un “gen encarnado” dominante. Por supuesto, malo, y presuntamente aquel descubrimiento debía estar tan bien pagado que no supieron dónde meter el
dinero. Por tanto, mis disculpas. (Pero no busquen el apellido. Es
ilustrativo).
Ya hemos dicho que ha sido la semana de las sombras y hemos
hablado de apellidos en el asunto Falciani, ¡ese presunto “traidor”!, con lo
que nos viene a la memoria otro caso, el de Don Juan Carlos, acusado de esos supuestos
devaneos que engordan a las chicas y nunca prescriben, y como la presunta camada,
con perdón, vive con “cuatro apellidos falsos”, no vascos, quieren legitimarse
como Borbón; pero ojo, que si el apellido fuera Salazar también lo pedirían,
que así se apellidaba la esposa de Cervantes, nuestro escritor más célebre. Don
Juan Carlos tiene todo el derecho de recurrir y a él se acoge. ¡A ver qué pasa!
Y así, entre sombras y cine, llegamos a la reina de todas
ellas: el sexo. Sí, no se haga el distraído o la distraída, sobre todo las
señoras, que son, en general, las que compran más libros y ven más cine, y uno
de ellos, escrito por una mujer, les está gustando más en papel que la película.
Y no es casual que así sea, puesto que en formato libro la imaginación se
confabula con la reflexión, mientras que en la cinta, si te paras, pierdes la
siguiente secuencia. Yo aún no he visto la película ni he leído el libro pero
también sé que existe “50 sombras de Grey”. Y es más, con este libro y esta
película siento la sensación de que la vida se repite. ¡Pero no vayamos a
comparar!, que con “Histoire de O”, cuarenta años atrás, en el mismo paquete también
nos envolvían la magia de lo prohibido.
Hoy, como título: "El espíritu del 78".
En www.salamancartvaldia.com tenéis mi artículo de hoy martes, 17/2/2015.
Acompañadme:
Hoy, como título: "El espíritu del 78".
No hay comentarios:
Publicar un comentario