Las noticias se suceden a tal velocidad, que lo ocurrido
hace una semana parece del año anterior. Sin embargo, esto no puede ocurrir con
el tema de las rotondas, ya que es una moda en ascenso. Sucede de la siguiente
forma: Un alcalde tiene una idea e imagina las rotondas de su pueblo revestidas
de arte “trash”. Al día siguiente convoca pleno extraordinario y les informa a
los concejales sobre las ventajas que esto tendría para el pueblo. Los
concejales, que tienen una inteligencia inferior a la suya, que para eso son
concejales, asienten orgullosos a las buenas ideas de su alcalde. “Es arte,
¿no? Pues ya está”. A partir de ahí, manos a la obra.
“Debe ser algo especial, estrambótico, no confundir con
cutre, sino algo que llame la atención y que sea el orgullo de todos los vecinos”.
Y como la gente del pueblo está en un nivel de inteligencia inferior a los
concejales, aclaman al alcalde y demás ediles dando gracias a la naturaleza por
haberles dotado de tanta sabiduría.
Pero como siempre, aparecen esos grupúsculos de
inconformistas, que no se contentan con nada y se quejan por todo, y a esas
obras de arte las llaman mamarrachadas, además de decir que son caras. El caso
es incordiar, cuando hay rotondas que por doscientos mil euros de nada te llega
un artista y con sólo latas de refresco te coloca allí, en honor al alcalde, un
enorme pavo real.
Pero estos indeseables se quejan, y así no se puede
gobernar. España es ingobernable. Cuenta con los mejores políticos y estos
parásitos, que ni estudian ni trabajan, siempre tienen que poner peros.
Así andaba yo dándole vueltas a las rotondas, digo a la
cabeza, cuando se me iluminó una neurona, no me lo podía creer, precisamente a
mí, que lo único importante que hice en la vida fue ser el más ligero de los
ocho millones de espermatozoides que me acompañaban.
Pues sí, de aquello llegué a pensar que ser rico no era
ninguna tontería. Por tanto, aviso: lo del pavo real y las latas de refresco es
una idea mía, de lo cual pediría copyright caso de copiarlo sin mi permiso.
… Y además, bajé deprisa al trastero y busqué entre trastos inservibles algo que vender a cualquier ilustre Ayuntamiento. Todo me
valía. He de reconocerlo. Y lástima de lo que he llegado a tirar. ¡Me cachi en
todo lo que he estudiao!
Les dejo porque he montado toda una industria. Me he puesto
a soldar y debo darme prisas antes de que acabe la fiebre a ver si consigo unos
milloncejos de nada. Este paragua del bisabuelo Edelmiro lo sueldo encima de la
bici del abuelo Sabiniano y después le coloco un macetero de la tía Fulgencia,
le añado…
Adiós, amigos, esta es pieza única.
Hoy, como título: "Los "descorbataos".
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