martes, 30 de diciembre de 2014

SUPERSTICIOSOS Y FELICES

Mañana, 31 de diciembre, debería ser declarado el día de los buenos propósitos o el de la esperanza, que coincidiría con Esperanza Gracia, una bruja formal para quien no lo sepa, que debe pagar impuestos y todo. Pero esto de los videntes ya no es lo que era. Ni mucho menos. La gente ha dejado de creer. Pienso que ni siquiera siguen los ceremoniales. Qué tiempos aquellos en los que con tanta fe, un día como mañana, se seguían los consejos de la bruja Lola, de Aramís Fuster o del mismísimo Rappel, el ilustre vidente de la jet marbellí antes de que Hohenlohe falleciera y otros se quedaran sin blanca. Un grupo de adivinos, junto a Aceves, más listo si cabe este último, que se recicló como vidente de los ricos, con los que sobrevive y siempre acierta, quizá porque no haga otra cosa sino recordarles lo bien que les quedan las últimas reformas. Pero yo quería decir que a este grupo cuando llegaban estas fechas les sobraba trabajo. Con ellos entramos en la burbuja y en el milenio, y daba igual el material que te pidieran para hacer pócimas y cargarte de energías positivas, que tú pedías un préstamo personal si hacía falta y allí estabas delante del televisor con el aceite, las velas, las braguitas rojas, los calzoncillos en la cabeza, lo que fuera…  siguiéndoles a rajatabla. Y nada de ir a comprarlos a Cobo Calleja, pues si pedían unos “vuitton”, con tal de atraer la buena suerte, ahí te ibas tú a las tiendas de la Castellana madrileña. ¡Qué felices éramos! Con qué fe te escribías los deseos para el año nuevo y seguías las instrucciones de nuestros chamanes favoritos, casi siempre pisando los papelitos con el pie izquierdo para después de las uvas  echarlos con toda la ilusión del mundo sobre la pira de cristal. Un secreto: mi ídolo era el vidente de las verduras, un tal Paco Porras, con el que llorabas siguiendo sus brebajes de cebolla, pero hay que reconocer que era un tipo divertido y, por cierto, amigo de la gran cantante Tamara “la mala”, después Yurema, y de otros, como el showman Ginés o el compositor Leonardo Dantés, autor del gran tema “No cambie”. ¡Qué tiempos aquéllos! Además, nuestros deseos no eran de chichinabo, pues aparte de pedir salud y salir del mileurismo, que ser mileurista estaba mal visto, queríamos viajar a las cataratas del Niágora. Vivíamos un sueño, pero quizá no fuéramos felices del todo, ya que invocábamos a las energías sobrenaturales para que los bancos nos concedieran una hipoteca a noventa años, única manera de hacernos con un pisito, pues su precio estaba a más altura que los áticos. Lo que pasa hoy día no lo debería decir, porque lo saben, pero los deseos no están en conocer París o Roma, sino en conocer un billete de quinientos euros. 


En www.salamancartvaldia.com tenéis mi artículo de hoy martes, 30/12/2014.

Acompañadme:

http://salamancartvaldia.es/not/59602/los-malos-ejemplos#sthash.9eH22zB3.dpuf

Hoy, como título: "Adiós al Año del Tigre".

No hay comentarios:

Publicar un comentario