Recién fallecido Gabriel
García Márquez, sigue sus pasos, con ochenta años de soledad, Ana María Matute. Quizá como un guiño
literario entre ellos, Ana María nos deja una novela póstuma cuyas primeras
palabras rezan: “Algunas noches el Coronel oía a un niño en la oscuridad…”.
Evocación también de esa soledad buscada y vivida en defensa propia, pues le gustaba contar que entre los sucedidos más gratos de su infancia recuerda aquellos días que le castigaban en la oscuridad de su cuarto, donde comenzaban a llegar, vía imaginación, reyes, príncipes y princesas de los que iba tomando buena nota. Y a pesar de conseguir un buen expediente, no ha alcanzado el merecido Nobel por no haber leído con suficiencia a “Gabo”, quien requería cien años para una vida completa.
Evocación también de esa soledad buscada y vivida en defensa propia, pues le gustaba contar que entre los sucedidos más gratos de su infancia recuerda aquellos días que le castigaban en la oscuridad de su cuarto, donde comenzaban a llegar, vía imaginación, reyes, príncipes y princesas de los que iba tomando buena nota. Y a pesar de conseguir un buen expediente, no ha alcanzado el merecido Nobel por no haber leído con suficiencia a “Gabo”, quien requería cien años para una vida completa.
Pese a las entrevistas, recogida de premios –el Planeta le fue concedido a los veintiocho años por “Pequeño teatro” – y sus idas y vueltas a los hospitales para trampear con su salud, el mundo, la inmensidad de su mundo, quedaba reducido a la generosidad de su ingenio. Y situaba la razón de ser de la vida a la creación. No concebía que el ser humano fuera un paciente espectador del paso de tiempo.
Imagino en los últimos instantes la voz de la sirena:
“Ana María, Llega a un punto que nos vamos”.
“¿Punto y seguido?”.
“No. Punto final”.
“¿No me vais a dejar escribir allí arriba?”.
“Después del juicio, ya veremos”.
Con Ana María se nos va una mujer sencilla en su grandeza y buena. Y la idea de imaginar su paso a una vida mejor o peor me la dio ella cuando recibió el Cervantes en 2010:
“Ahora os inventaréis citas mías que jamás pronuncié”.
Es verdad. Mea culpa por conversarte con la parca. Perdone mi travesura, pero en compensación voy a destacar una frase tuya, con tu copyright, de la que es muy difícil sustraerse: “Escribir es siempre protestar, aunque sea de uno mismo”.
Yo protesto por tu muerte, Ana María.
Vea mi nuevo artículo de los martes en http://salamancartvaldia.es/col/177/fernando-robustillo/
Hoy titulado: "Oración Poética"
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