Dichosa estación el verano. Tiene su peligro, amigo. Si yo
dijera que me gusta esta época por el destape, enseguida me llamarían “landista”,
“voyeaur”, o peor, quizá me confundieran con un machista reprimido.
Y siendo yo hombre de una sola mujer, puedo ser, a la vez, física
y/o intelectualmente, admirador de todas las demás, y nadie debería encontrar
en ello nada raro.
Otra cosa bien distinta es el descaro: fijar los ojos sucios
en cada una como si tuvieras “El Interviú” en la calle. (Ya no existen, pero recuérdese
la época del albañil que daba descanso a los riñones cada vez que pasaba una
moza).
Voy a contar una historia que me ocurrió hace unos años:
Estando de vacaciones por Málaga, acompañado de mi esposa,
como casi siempre desde hace treinta y siete años, nos acercamos a un
mercadillo para comprar un bañador. La dependienta, exuberante, mujer de
generosos pechos, mientras nos enseñaba el género, abrumado, yo no sabía para dónde mirar.
Al fin toma mi mujer algunos bikinis estampados de hojas y
me los da para que yo eligiera. En principio opté por uno cualquiera, pues
aquella flamenca despejaba de mi vista todo el horizonte. Mi mujer contestó que
para ella no era el más bonito, pero si a mí me gustaba…
“A su marido le gusta todo lo prohibido”, contestó la
dependienta, palabras con las que yo me percataba que iba con segunda o con
tercera, pues aquellas hojitas estampadas eran hojas de marihuana, que yo las
conocía por las hojas, sí… pero de los libros, y mi mujer no tenía ni idea.
Vea mi nuevo artículo de los martes en http://salamancartvaldia.es/col/177/fernando-robustillo/
Hoy titulado: "El país de las maravillas"
Vea mi nuevo artículo de los martes en http://salamancartvaldia.es/col/177/fernando-robustillo/
Hoy titulado: "El país de las maravillas"
No hay comentarios:
Publicar un comentario