El 1 de mayo, en la Plaza Mayor salmantina, en la
manifestación de manifestaciones, posé en una foto entre amigos con la bandera
republicana por delante. Una foto que subida al Facebook fue vista por amigos y
amigos de amigos. Como más de uno me ha dicho que con esa pose “he quedado
retratado”, voy a explicar mi respuesta: “nunca dejaría de ponerme detrás de
una bandera por la que murieron tantos españoles defendiendo la legalidad
vigente”.
Así que la bandera republicana es algo más que una bandera.
Es un sentimiento, y lleva unida a ella la esencia de la democracia, es decir,
todo español que desee ejercer un cargo público debe estar en igualdad de
condiciones para hacerlo.
Pero helada en el tiempo, he tenido en mi vida que convivir
con otras dos. Y por si alguien de mi generación ya la ha olvidado, una fue la
que besé en la mili, con el águila y las flechas, y lo hice por imperativo
legal dentro de un régimen ilegal, que ni siquiera permitía objeciones
civilizadas.
Después llegó la transición y entre las dos propuesta en
juego, o “ruptura” o “reforma”, se optó por esta última y se aprobó una
Constitución que nos ha dado estabilidad durante muchos años.
Conozco perfectamente los argumentos en los que se basa
quien rechaza ser representado por una familia cuyos méritos no han sido
refrendados más que por el destino. Sin embargo, esto no es privativo de este
país y no se puede alegar que los países donde este sistema de estado funciona
sean los más desfavorecidos del planeta.
Hablemos de Suecia, Mónaco, Holanda, Bélgica, Inglaterra,
Luxemburgo, etc. Monarquías con mayor poder de decisión que la nuestra. Un
poder que nuestro monarca ni lo tiene ni lo necesita. El poder de Juan Carlos I
ha sido la mera representación, pero no por ello se deba decir que su labor
haya sido nula o poco importante.
En mi caso, con veintidós años cuando Juan Carlos asumió la
representación monárquica, yo había optado por la “ruptura”, que significaba
reprobación del futuro rey por haber sido propuesto por el régimen anterior.
Después, con sus virtudes y defectos, se granjeó un reconocimiento generalizado
y al ser refrendado por la Constitución, hasta hoy está en manos de ésta y del
pueblo español.
Pero mi opinión es clara: En España, el “juancarlismo” tiene
más “tirón” que la Monarquía. Y la República tiene más futuro que las dos
siempre que el Jefe del Estado sea equidistante de todos los partidos políticos.
Pero como esto es muy difícil, yo me pregunto si admitiríamos a Aznar, a Esperanza Aguirre o a Rubalcaba como Jefes de la República... (A este último por lo bien que últimamente le trata la derecha, parece ser su favorito).
Vea mi nuevo artículo de los martes en http://salamancartvaldia.es/col/177/fernando-robustillo/
Hoy titulado: "Juan Carlos II"
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