¡A veces qué barata sale la justicia! Cuatro meses de
cárcel, que no cumplirá, y 500 euros, que apenas pagan los gastos de esa webcam
oculta que salió al rescate, es la pena que una juez de Andújar ha impuesto a
una cuidadora por moler a guantazos a una mujer de 84 años. Se desconoce si
después de la sentencia la acusada ha hecho algún tipo de declaración,
pero deducimos que una psicópata y sin
alma como ella es posible que se lamente
de no haberle roto las costillas por el mismo precio.
Lo más injusto de esa sentencia y de la ley que la sustenta,
portada de telediario, es no condenar al monstruo a la cadena perpetua de los
cuidadores de ancianos. A mí se me ocurriría colocarle una pulsera para que
mantenga una distancia infinita ante cualquier persona que esté en esa fase de
la vida en la que el capital se mide por momentos de ternura. ¡Cómo puede aún
seguir trabajando!
Si para vivir necesita desfogar su agresividad, su sitio
está en la selva. ¡A cuántas ancianas no les habrá aplicado sus métodos! Imagino que, aparte del castigo físico, le
habrá infligido el psicológico: “como se lo digas a tu gente, te mato”. Pero el
llanto de la anciana ante sus familiares cuando la cuidadora estaba presente la
delataba. ¡Quién dice que no hay Dios!
Benditas tecnologías cuando prestan estos servicios. Ahora,
con las pruebas en la mano, si no le abren la cárcel, al menos que no le den
trabajo en las guarderías. Este es el único o parecido deseo del hijo de la víctima.
Vea mi nuevo artículo de los martes en http://salamancartvaldia.es/col/177/fernando-robustillo/
Hoy titulado: "Mujeres de Pablo Iglesias".
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