LA ADOPCIÓN

No dudo que miles de adopciones sirvan para hacer felices a muchas criaturas que sin esa nueva familia estaban condenadas a la miseria o a la muerte. Dudo un poco más cuando la adopción no trata tanto de hacer feliz a un niño como de echar el broche a la felicidad de una pareja. Y dudo mucho más cuando se elige a un niño/niña por los caracteres físicos para la sociedad de destino, o peor, por lo exótico, como imagen de la capacidad altruista de los nuevos padres. Pero entre el blanco y el negro está el gris y nadie tiene por qué sentirse molesto por lo que digo, ya que lo importante no es lo que piensen los demás, sino los dictados del interior.

No sé si las adopciones de los famosos sean las más envidiadas. Pensemos en las gemelas de “Tita”, los chicos/chicas de la Montiel, Ortega Cano, la Pantoja u otras. Por orden, a las niñas de la Thyssen sólo les falta llevar aquel burka que el inefable Michael Jackson colocaba a sus hijos; los chicos de la Montiel los pobres padecieron lo suyo cuando su madre puso un cubano empalagoso en su vida; el chico de Ortega Cano es de sobra conocido como un “figura”, aunque no lo sea del toreo precisamente, y sobre la chica de la Pantoja se alimenta la sospecha de no saber si la embarazan porque la quieren o por ser hija de su madre. ¡Pobres niños ricos!

También, a la izquierda y derecha de los niños adoptados se ciernen las dudas de si fueron comprados o robados, una vergüenza que nunca se debió de consentir en nuestro país y que  ahora sirven de espectáculo para algunos programas de televisión. Cuento con el reproche de quienes de esta manera han puesto, o quieren poner, orden en su existencia, que están en su derecho, pero no pueden evitar esa frasecita que corta en los momentos más interesantes y  dice: “esto será después de seis minutos de consejos publicitarios; no se me vayan”.

Después existen casos aberrantes, de infinita mala suerte para la criatura adoptada, como el “caso Assunta”, presuntamente asesinada por sus padres adoptivos, y que la llevan a ser, caprichos de la crónica negra, la única china/chino en los cementerios españoles.

Pero siempre habrá personas de buena voluntad, ya que en general el ser humano no es tan retorcido. Eso sí, quien no esté dispuesto o dispuesta a sacrificarse, que no adopte ni a un periquito, que nadie tiene por qué sentirse esclavo de lo que la naturaleza no le obliga.

Después de criar dos hijas biológicas, no anteponiéndome a su madre, por supuesto, mi mascota, que la riegan los servicios del Ayuntamiento y que la adopté hace menos de un año, es el arbolito que se encuentra a la cabecera del presente artículo. Y también me da sus frutos: ya le debo dos poemas.

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Hoy martes, mi artículo en www.salamancartv.com/contributorpost/mi-mejor-columnista/ creo que lo disfrutarán.