martes, 3 de diciembre de 2013

DE LA RISA AL LLANTO

Llorar al nacer, junto a reír con apenas cuatro meses, son los primeros signos de inteligencia  que da el ser humano al llegar a este mundo. Reír a mandíbula batiente ya es un lujo que, dicen los expertos, mueve alrededor de cuatrocientos músculos. Pues ríanse, amigos, aunque la vida a veces sea amarga. Tan amarga que hasta puede acabar con los mejores gags. ¿Recuerdan aquel clásico del hombre que perdía los papeles ante un estrado? Fue una de esas chispas  jocosas que nos dejó el cine mudo. Yo recuerdo la instantánea, pero lamento no recordar la película. Posteriormente, el humorista Leo Basi se comía los papeles para cautivar la risa, y también Pepe Viyuela, en sus tiempos de estrados, sillas  y escaleras, pudo hacer de ello uno de sus gags favoritos. Pero he ahí que llegó un hombre, querido por todos, llamado Adolfo Suárez, y en su última conferencia los perdió de verdad. Suárez era un hombre sobrio tremendamente simpático. Y como administraba su simpatía con maestría y sonrisa de buen actor, todo el auditorio se reía creyendo que se trataba de un leitmotiv para atraer mejor la atención. “Ay, Dios mío”, decía, hasta que un gran aplauso hizo posible que alguien le ayudara.

Es de sobra conocido que infinidad de veces la realidad supera la ficción y después de aquellos instantes, que serían para don Adolfo interminables, la vida le jugó la mala pasada de taparle los ojos  sin poder contestar a la pregunta de “quién soy”. ¿A ver ahora  quién se atreve a repetir aquella escena para que nos riamos? Otro caso es el lanzamiento de tartas, que fue objeto de risa desde tiempos inmemorables, pero no lo será hoy si se lo mencionamos a la señora Yolanda Barcina, presidenta de Navarra, que fue atacada con ellas dentro del Parlamento autonómico. No obstante, la vida continúa y la risa o su hermana menor, la sonrisa, se impone. Y como no somos imperturbables, a ver quién se muestra impávido ante aquel individuo, condenado a muerte, a quien el guardia que le custodiaba, conmovido, le ofreció el último cigarro, y el reo, con total respeto, lo rechazó: “No, gracias, estoy intentando dejarlo”.

Decía Freud que la risa es el camino más corto entre dos personas. El talento de Freud es indudable y él y muchos de sus seguidores, algunos sin saberlo, recetan la risa como una medicina. Y amigos, no es ninguna tontería ese aerobic mental llamado risoterapia. No obstante, hay que tener cuidado con el humor, que a veces son muchos los que se ríen del prójimo pero jamás permitirían ser objetos de risa para los demás. Sin embargo, los tiempos cambian, y si antes se decía “mira ese idiota, va riendo solo por la calle”, ahora lo más normal del mundo es ver a ese idiota solo y riendo con un aparato en la oreja.

Nota: Si os apetece, ver también mi artículo de hoy martes, 3 de diciembre, en www.salamancartv.com/contributorpost/barack-y-kerry    

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