miércoles, 27 de noviembre de 2013

ÉLITES DE PODER Y DESCARO


En esta bendita faz de la tierra llamada España, en la que nos encontramos rodeados por más mares que los que nos enseñaron en la escuela, a mí me fascina uno al que muy pocas veces se alude. Es el mar de la hipocresía. Ese mar en el que nos dicen que todos somos iguales ante la ley, que el reparto de las cargas económicas del país son equitativas, que si hay que apretarse el cinturón nos lo apretamos todos, que la igualdad entre el hombre y la mujer está en cotas que nunca hubiéramos imaginado... Miren ustedes, por favor, no se rían en privado, dejen de decir eso que tanto les divierte. Verán, ahora se lo voy a decir a los pobres por si se les ha olvidado aquel infumable tiro en público, otro más –“que se jodan”– que retumbó en la bóveda del Congreso. Pobres: Si en cuestión jurídico-económica ustedes no pertenecen a ningún “caso” (caso Palau, caso Gürtell, caso Fabra, caso Urdangarín, caso Roldán…) ellos los suelen ver como a unos pardillos; si creen que lo de apretarse el cinturón es el mismo sacrificio para los de arriba que para los de abajo, ustedes son unos inocentes. Ellos se aprietan el cinturón por la cintura para dar mejor aspecto. (¿No se acuerdan que antes los poderosos eran gordos y con puros? Hoy no. Hoy la mayoría son atléticos y la visión de orondos y “apuraos” no encaja con el buen vivir). ¿No se dan cuenta que ustedes el cinturón lo tienen atado al cuello y en el último agujero? Si no se dan cuenta es que son muy buenas personas. Por último, cuando se refieren a la igualdad de la mujer, ustedes piensan que se trata de la primera mujer, de la santa con la que se casaron en primeras nupcias, pues no, esa está peleando con los hijos, ellos no, ellos están en la tercera o cuarta, la de treinta años menos, a la que colman de regalos y la divierten hasta que caen rendidos a sus pechos. Si ustedes son de los que creen que esos mismos, los que están en las cúspides de las élites, van a misa para pedir por los problemas del mundo, ¡lo tienen claro! La mayoría de ellos, no la totalidad, que hablando de religión hay de todo en la viña del Señor, van para que los vean sus clientes y los consideren personas de fiar. Si me han seguido hasta aquí, saben que no les estoy diciendo nada nuevo, pero es bueno que antes de que los re-cortes  nos lleguen a la cabeza, refresquemos la memoria. Por último, les voy a decir algo que quizá también les suene: A los poderosos les gusta profetizar, y una de las profecías más curiosas y que siempre me hizo mucha gracia –para que vean ustedes que estoy simpático y hablo distendido, puesto que no estamos locos y sabemos lo que queremos– es aquella “de que si hoy se repartiera todo el dinero del mundo por igual, mañana, de nuevo, unos se levantarían ricos y otros pobres”. Y claro, como tengo ese problema que me da por pensar, yo les preguntaría: “¿Pero serían los mismos?”. Porque yo he conocido muchos en el poder  que son tan pobres, que sólo tienen dinero. Y si perdieran el dinero… Bueno, mi querido Padre Francisco, yo creo que usted sí firmaría este artículo.

Nota: Vean otra opinión de Fernando Robustillo aparecida ayer martes y, si les gusta, no se repriman y califíquenla en www.salamancartv.com/contributorpost/toca-superar-el-miedo, periódico digital con más de setenta columnistas.

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