miércoles, 25 de septiembre de 2013
DE JÚBILO
Pienso que de la jubilación hay que salir cuanto antes, que
para estar muerto ya tenemos toda la eternidad. Así lo están entendiendo la
gran mayoría de mayores con salud, y el cambio de estado no es otro que una
derivación de tareas entre las que se pueden encontrar leer, escribir o, medio siglo
después, reencontrarse con la naturaleza. Esto es, patear los campos o cultivar un pequeño huerto. Quiero soñar que
en mi caso será así. Y ese campo con el que sueño es el campo de Extremadura. Así,
tal un Fray Luis cualquiera, seguir la senda de los pocos sabios que en el
mundo han sido. Uno de ellos, que tomará ese destino, será don Felipe González
Márquez, que se está construyendo allí una casa. Y como buen andaluz, paseado
por Madrid, en Extremadura encontrará la síntesis que necesita. Los extremeños,
en general, como los andaluces, son alegres y buenos conversadores y tan acogedores como los madrileños. Cada vez
que puedo, visito a mis suegros, que viven en una tranquila pedanía cerca de
Portugal, y no existe lugar mejor para morar sin sentirse jubilado. No sé si
decir estas cosas, que después nos invaden y todo el mundo querrá aquello para
vivir. Allí Carmen Sevilla disfrutó con sus “ovejitas” largos años, “El Juli”
tiene finca, al igual que los toreros de la tierra Pereda y Talavante, y a Miguel
Bosé se le adjudican algunas propiedades. Esto de memoria, que habrá muchos más
y muy señalados. Mis suegros y tita Julia, sólo por nombrar algunos de la
familia, no pueden ver que te falte una
cervecita, pues enseguida te la sirven, y
siempre acompañada del “plato de la alegría”, esa alegría que te hace
echar lágrimas, con su queso-queso, chorizo-chorizo y salchichón-salchichón. Y si
te quedas a vivir por allí, desde la Ruta de la Plata habrá algún que otro Jubileo
en el que Salamanca siempre te saldrá al camino. Pero para terminar como
comenzamos, aunque con la excepción de quien desea trabajar, me gustaría dar
las tijeras a esos médicos cargados de experiencia que con 65 años quedan apeados
de la profesión. Me refiero a los médicos de acá, que “tan ancianos” no pueden
intervenir al Rey y tiene que acudir de Estados Unidos un doctor de 71 para
operarle.
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