domingo, 28 de abril de 2013
PARA LOS DESGRACIAOS SE INVENTÓ LA HORCA
Esta semana nos ha tocado reporterismo. Tomamos el micrófono
y nos acercamos a las oficinas del paro en
busca del parado 6.202.700. Y bien sabe el diablo que en nuestro ánimo no
estaba el deseo de molestar, al revés, nos impulsaba conocerlo para darle
alguna idea, ya que dinero no podemos, pues si aún no engrosamos la lista, estamos
tan esquilmaos, que nos damos de golpes con el ombligo en la espalda. Pero al
menos le podríamos dar unos buenos consejos: enseñarle a pescar, a manejar la
caña, que se hagan algún plató, que enseñe chicha en “Interviú”, ¡tantas cosas!
Lo importante es “no estar parado” (de nada, señores políticos, con esta
fórmula pueden acabar con la maldita palabra). Ya en la puerta de la oficina del
SEPE o del INEM, como quieran, me encuentro a un señor alto, con barba, gafas
de sol y gabardina y le pregunto si él
es el famoso parado 6.202.700. El hombre me dice que no, que él está allí para
palpar el ambiente, es empresario y no quiere que lo reconozcan. Y basta que me
dijera eso para despertar mi curiosidad. “Pues sabe usted que con esas gafas
está llamando la atención y se parece al padre de Andrea Fabra”. “No caigo,
quién es Andrea Fabra”. “¡Vaya!, ¿no se acuerda? La de ‘que se jodan’, hombre”.
“¡Coño!, aquello lo decía por los parados, ¿verdad?”. Inmediatamente, sin
pensarlo, se quita las gafas y con aquellos ojos a lo Marujita Díaz, ante mí
tengo al mismísimo Rajoy. Enseguida saqué la cámara y le hice una foto. “No se
preocupe, Sr. Rajoy, es para mi colección, por esta foto ya no me darían nada,
aunque si me dice que está usted haciendo escrache a los parados ya sería otra
cosa”. “No, no, es que no puedo dormir… Quiero
mandar al paro a una decena de ministros y esto sólo va a servir para que suba
la cifra de parados. Si fueran como el bueno de Bárcenas que renunció al cobro…
Pero de éstos no me fío. Me marcho. Mucho gusto”. “Con diós”. Yo que venía por
ese rostro nuevo, anónimo, que aún no
hubiera salido en pantalla… ¡qué mala suerte! Por fin entramos en la oficina. “¡Por
favor, el último!”. “Sí, soy yo, ¿qué pasa?”. Es una mujer, lleva un velo árabe
y no se le ve el rostro. “¿Me dice su número, a ver cuándo me toca?”. “Este
número es muy largo, léalo usted”. Aparte del número 6.202.700, alcanzo a leer:
“Belén Esteban, despedida de Tele5”. No hacía falta más, todo se había ido al
traste; yo pensaba decirle al personaje anónimo que el famoso número podía
rentabilizarlo y me doy cuenta que para los desgraciaos se inventó la horca; la suerte siempre les toca a los mismos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario