jueves, 25 de abril de 2013

LA CAJA DE PANDORA

Decía Borges en los últimos años de su vida, echando la vista atrás, que el don que mayor influjo positivo le había proporcionado en su batalla literaria era haber perdido la vista. La perdió en 1955 y hasta su muerte vivió treinta años ciego. En su vida de penumbra escuchaba cuanto le decían y leían consciente de que no lo podía dejar para retomarlo más tarde. A veces ese ejercicio mental, aparte del deber de pensar, le ocupaba la cabeza de textos y versos aprendidos de memoria, un ejercicio de mucho provecho.  Con lo dicho sobre Borges me gustaría explicar cuántas veces no se habrán repetido en nuestras lecturas frases hechas como “hay que esperar que se abra la caja de Pandora”, y hemos seguido adelante porque en nuestro pensamiento no vemos otra cosa que una “muletilla” que al autor del texto le ha dado por decir. Pues no, Pandora tiene significado en la mitología griega y no se trata de un topicazo, sino de una metáfora inagotable. Zeus encargó la creación de la primera mujer, que recibió el nombre de Pandora; Athenea le dotó de todas las gracias y de todos los conocimientos y Zeus tuvo que fabricarle una caja para que guardara allí tales dones. Pandora se casó y su esposo no pudo resistir la curiosidad y abrió la famosa caja, de la que surgió el bien y el mal. Mañana viernes, 26 de abril de 2013, aquí, en la vieja España, el presidente Rajoy abrirá la caja de las señoras Merkel, Cospedal y Esperanza, y de ahí no puede salir nada bueno, ya se espera tal cúmulo de explosivos, que acabará para siempre con el progreso de los desfavorecidos. Nuestro rey y nuestro dios, hasta que nuestros derechos desaparezcan de la memoria, serán humildes billetes de 5 y 10 euros, para posteriormente pelear por mendrugos de pan y peladuras de patatas. A la par, llegarán los romanos y la cultura volverá a las thermas, donde se tocará el arpa y será un lujo servido en bandeja de plata.

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