REGENERACIONISMO, NO

La palabra regeneración no me gusta, no me la creo, quien hable de regeneración está queriendo decir componenda. Se trataría de comenzar un nuevo ciclo, como una ITV, con mil perdones por todos los sitios y borrón y cuenta nueva. Y sólo sería efectiva para los políticos. No se levantarían las penas de los condenados por la infame reforma laboral; la enseñanza superior sería cosa de muy ricos; la sanidad que no hace mucho disfrutaba de una excelente salud pasaría a ser crónica; los bancos gozarían de la máxima permisividad y hasta colocarían tragaperras en las oficinas; a los parados se les devolvería la categoría franquista de “vagos y maleantes” y se les colocaría una pulsera para que no pudieran acercarse a menos de quinientos metros de una oficina del Ecyl (“¿encima queréis cobrar, cabr…?”); Europa quedaría saturada de españolitos y no dejarían pasar ni al más delgado, y ocurrido esto se habilitarían pateras para salir hacia África, si nos dejaban, claro. Bueno, pues para que nada de esto ocurra, la única ocurrencia posible es que se olviden de la regeneración, que el regeneracionismo ya fue ensayado en España desde finales del XIX hasta avanzado el XX ,y no con mucho éxito. No seamos hipócritas y comencemos a pensar que a la política se debe ir con un par de mudas, no más, y cobrando, no como quiere la señora Cospedal, sin cobrar para que la ejerzan sólo los ricos, y el acceso a ella tiene que tener fecha de caducidad, un máximo de ocho años, que serían las mensualidades de indemnización que recibirían por haber cotizado a la Seguridad Social, y ya fuere en las municipales, autonómicas o generales, la elección sería por listas abiertas y que se expusieran a ser examinados, pues habría sorpresas y el representante de Jaén, por ejemplo, a la pregunta de qué viven  tradicionalmente los paisanos, confundiría la leche por el aceite . Bien, pues aun así, si existe alguno que como político destaque por encima de la media, a ése que lo echen el primero, que seguro que habrá sido así por tener amigos en la propaganda.