lunes, 25 de marzo de 2013

EL LAZARILLO

LAZARILLO DE TORMES
Hoy, por fin, he terminado de leer “El Lazarillo”, de Carlos Blanco y Tomás Hijo. Un clásico moderno para sueños infinitos. Con cada verso, con cada dibujo, me envolvía un sueño mágico  y no había forma de llegar al final. Pero contaré un secreto: En realidad no lo quería terminar... He vivido una de esas sensaciones  sólo comparables a los días de infancia de mi hija Ana y mi sobrina Sara, que tomaban un helado en la playa y competían a ver a quién le duraba más porque les daba pena que se les acabara. Así, la primera que terminaba, Sara, criaturita de tres años, quedaba como una estatua de sal, para la foto: con carita de pena, embelesada, mirando a Ana que aún tenía la mitad por saborear. Esa ha sido mi sensación con “El Lazarillo”, un libro para degustar del que ningún padre o madre puede decir “es que el Lazarillo ya lo he leído”, porque si es así, mejor; léelo de nuevo, esta es otra versión en la que apreciarás cómo se puede modernizar un cuento, con el esplendor que hoy ofrecen las bellas artes y las artes gráficas y sin perder toda la esencia  poética de la obra madre. Si le prometiste algo a tus hijos y aún no lo has cumplido, no esperes a que te diga “me lo prometiste”, pues en compensación puedes llevarle “El Lazarillo” para que lo disfruten en estos días de vacaciones.

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