miércoles, 6 de febrero de 2013

ESTOY MAL

Hoy es un día de perros. Como cada día, llego hasta la página de obituarios de un periódico, la página más seria de la publicación, y me encuentro con la desagradable noticia de que ha muerto “Barney”. Ustedes me preguntarán quién es “Barney”. ¡Qué poca cultura! Que conozcan a toda la pléyade de difuntos con pedigrí que día tras día pasan por esa sección es fácil, son gente aburrida, un Nobel, un científico, todo tan obvio que ya ni se sufren, pero  a “Barney”, ¡ya les vale!  Cuando les diga yo quién era “Barney” se tirarán de los pelos. Cómo les va a pasar desapercibido aquel perrito de tres años a quien George le acariciaba el lomo durante los bombardeos de Irak. ¡Ah, usted ya ha caído! ¿Usted, no? Vaya despiste el mío, no les he dicho que se trataba de Bush, George Bush. ¡Ahora sí, ahora caen casi todos! ¿Verdad que lo recuerdan? Usted no se enfade, no diga palabras de mal gusto, no se ponga así, no profane la memoria del perrito, no se meta con el periódico, sea usted civilizado, hombre. ¿Le pasa algo? El señor se transforma en un lóber-man: ¿Qué si me pasa algo? “A cambio de que no me entierren, acabo de vender mi tumba para que no me desahucien, ¿cómo cree usted que me va a sentar la necrológica de la muerte del perro de Bush?”. Me marcho con el muerto hacia otra parte. ¡Qué poca comprensión! Bush ha dicho “que Barney era como el hijo que no pudo tener” y además ha subido 64 fotos del perro a Facebook. Esto es cariño. Protagonizó casi en exclusiva los gestos de ternura de su amo. ¿Qué más se le puede pedir a un perro? Cierro el periódico, tomo un café y en la última página del mismo encuentro otra de perros, en este caso una perra llamada “Cissy” que mantiene una historia de amor zoofílico con su amo. El individuo dice que él sólo se limita a cepillarla. Es el mismo periódico, el mismo día. “En este mundo no pasa nada”. ¡Viva la frivolidad! Estoy mal.

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