martes, 22 de enero de 2013

Los suizos

Todos sabemos que un suizo es uno de esos tiernos y dulces panecillos que nos compraba nuestra madre de pequeños cuando nos declarábamos en huelga a las puertas de las pastelerías. Podía ser una buena pregunta en un examen: ¿Qué es un suizo? Pues lo dicho, señalaría este chaval. Bien, bien, pero para otros españolitos de mi generación la respuesta hubiera sido bien distinta, en lugar de acordarse de su madre se hubieran acordado de su padre: “Un suizo es un buen amigo de mi papá, a quien mi papá le deja el dinero para que se lo guarde”. Los dos aprobados. ¡El examen ha “estao chupao”! Pero si lo acortamos y en vez de Etimológico lo hacemos de Ética, con la rima de suizo por chorizo, al inocente chaval de la pastelería lo hubiéramos vuelto loco, y distinto hubiera ocurrido con el segundo, para quien su abuelo ya viajaba a Suiza y en casa no se hablaba de otra cosa. Entre bromas, siempre les escuchó decir: “Suiza podía ser la provincia número 53 de España, jajajajá”, “en lugar de dar la independencia a Cataluña, lo que deberíamos de hacer es la anexión de Suiza, jajajajá”, “es un país muy frío pero allí el dinerito  está muy calentito, jajajajá”, “los suizos son muy sanotes, nadie te pregunta de dónde procedes, jajajajá”.  “Eso sí, no vayas a realizar un ingreso de 1.000 euros, que vas a la cárcel seguro, caerá sobre ti la sospecha de ser un  intruso que va a cotillear”. Así, con esta cultura, cuando los chicos llegan a mayores, el del pan suizo ya ni se acuerda, con tener pan ya le es suficiente, y el “niño bien” es un hombre hecho y derecho, ha entrado en la política como su padre y su abuelo y tiene amplios conocimientos  de economía. “Lo listo que es”, dice toda la familia. Nosotros le pedimos un pequeño consejo para andar por la vida y sin ponerse magenta nos dice:  “Mirad, el individuo nunca debe exiliarse, sino vivir de lujo en su país; el dinero sí debe estar en el exilio, porque este país, querámoslo o no, está infectado de pobres”.

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