sábado, 26 de enero de 2013

En el cuerno 100

(Este relato no se puede ver en horario infantil, pongan sumo cuidado). Don Camilo, Cela por supuesto, se lo hubiera pasado en grande viendo cómo funciona hoy la vida en el  mundo de “los vivos”, que no es el de los vivos, sino de esos otros que se ganan el parné tirándose exclusivas a la cabeza. Durante al menos dos semanas, el programa “Sálvame”, en presunto horario de adultos, ha retransmitido en directo la crónica anunciada de una separación, en este caso entre la señora Miriam y el señor Pipi. Algún despistado dirá: “¡Como iba a ver Cela espacios como éste!”. Quien así pensara no conocía a nuestro Nobel, pues don Camilo, aparte de coleccionar esquelas, de las que era muy devoto y le aportaban nutrientes para el ingenio, echaba piropos a las fotonovelas que, según él, le servían para mejorar el lenguaje y estrechar lazos con la América castellanizada. Así, a todo un experto como él, yo le haría esta pregunta: ¿Usted, señor Cela, sabría explicarme qué significa ‘pepitilla’? Espero su mensaje en mi correo electrónico. Televisión Sálvame, que ve complicado anunciar en otro horario un minuto de programa a la vista de tanto despropósito, siempre comete algún desliz y en el pequeño avance se escuchan cosas extrañas. A mí me trae de cabeza el niño, que me pregunta de continuo qué es la “pepitilla”. Exactamente la pregunta está sacada de la boca de la señora Miriam, quien dijo que: “ya no me lubrica la pepitilla”. Y no queda claro a qué pepitilla se refería, si a la del señor Pipi o a la suya. Y otra de las incógnitas que se hace el chaval es lo del “cuerno 100”, es decir, “te puse los cuernos en el cuerno 100”. Y eso lo entiendo, pero no sé cómo explicárselo, ya que el chaval se ha enterado en el “cole” que la señorita Miriam fue Lucía Lapiedra. Aun así, le explico que ella está arrepentida de aquello y es tan respetable como cualquier otra mujer. No obstante, cuando se lo estoy explicando, la señora Miriam sale otro minuto en pantalla  pidiéndole explicaciones a Pipi: “¿A ver, qué tienes tú que decir de eso? ¿Tienes algo en contra de la pornografía? Aquello fue una profesión como otra cualquiera”. Y claro, siendo así, ¿en qué quedamos?, pues yo le tengo dicho al niño que el erotismo es lo máximo si se habla de sexo públicamente y al parecer esto es para los santos inocentes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario