Andan los famosos preocupados porque un “hacker” ha tomado los contactos del móvil de Pipi Estrada y los ha introducido en Internet. Lo de haberlos subido a la Red es seguro; que la persona a la cual le hayan quitado los teléfonos sea “Pipi”, es presunto. Pero sea como fuere, la preocupación entre los famosos de que tiren del contenido de sus móviles y aparezcan vídeos parecidos al de la desdichada concejala Olvido, fotografías de tetas parecidas al Ecce Homo de doña Cecilia, o se reproduzcan conversaciones con amigos o amigas de quita y pon, es algo que los tiene en un sin vivir. Uno de los teléfonos que presuntamente aparecen en el listado es de Aida, aquella chica de Valladolid que pasó por el “Gran Hermano” de la Milá y decía nada más y nada menos que ella hablaba con Dios. A mí no me interesa saber con quién se acuesta fulanito o menganita, pero a propósito de la citada señorita, sí deseo conocer el teléfono de Dios, que son muchos números por encima del teléfono de la Esperanza. Y quizá se pregunten ustedes para qué quiero yo dicho teléfono. Muy sencillo: Dios tiene antecedentes de confundir al personal, si no recuerden aquello de la Torre de Babel, que para hacerles desistir de que la torre llegara hasta el cielo, les dispersó confundiéndoles las lenguas, lo que dio origen a los distintos idiomas que se hablan en la Tierra (y si no, que me corrija Su Santidad). Bien, pues dicho esto, yo le preguntaría a Dios si lo que ocurre en España tiene alguna solución. A ver si estamos hablando en distintos idiomas sin ni siquiera darnos cuenta. O sea, que si lo que necesita nuestro país son puestos de trabajo y se les sustrae el dinero a los que pueden comprar los productos, cómo va a crecer el empleo.
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