lunes, 17 de diciembre de 2012

El poder de los gestos

Los modales en política son tan deleznables por exceso como por defecto. Berlusconi amenaza con volver a la primera línea del panorama político y la UE se echa a temblar, pero no por las “velinas” o por causas judiciales, sino porque don Silvio no es un político fácil de convencer y para la Unión se necesitan líderes más bonachones, como Monti, con los que se pueda pactar con una foto y una sonrisa. Il Cavaliere es líder por naturaleza, quizá el último líder carismático de Europa, al igual que Hugo Chávez o Fidel en Iberoamérica. En las Cumbres nunca cedieron protagonismo y para al resto de políticos –no se olvide que la política está llena de vanidades– esto resulta muy molesto. Los gestos son tan importantes, que a veces la política interior se hace fuera del territorio, y por un puñetazo en la mesa de Ginebra se ganan no pocos votos y aplausos a muchos kilómetros de distancia. El refranero español es muy rico cuando dice que “a perro flaco todo son pulgas” o “del árbol caído todo el mundo hace leña”. Si no, veamos lo que hicieron la presidenta argentina Kirchner o el presidente Evo Morales al nacionalizar empresas energéticas españolas ubicadas dentro de sus territorios. Eran los peores momentos de Rajoy. Lo de Evo Morales es curioso, un político con apariencia de blando, que sale de su país y no pierde un momento para hacer patria. Así el presidente boliviano, que desconozco si es bolivariano como se autoproclama Chávez, se enfunda el traje típico de su tierra e imagino que esta imagen dará sus frutos, pues en Bolivia nadie duda que con su presidente, esté donde esté, Bolivia va con él. No sé, puede ser una idea; quizá nuestro presidente Rajoy debería ir por el mundo con un sombrero cordobés, un traje de luces y bordar en él  las banderas de las diecisiete autonomías. Al principio lo veríamos como esos individuos que año tras año van a ver el sorteo de la lotería de Navidad en directo, pero después será un orgullo patrio.

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