No sé si debemos tener esperanza con sólo tres avales para contrarrestar los desahucios. Se han suicidado muchos más, pero como lo que no sale por la tele no existe, me temo que, si la cosa se politiza, tres son muy pocos, y como ya se sabrá hasta la filiación de los desdichados, habrá quien eche mano de la desacreditación: “pero si eran de éstos, ya sabes…”. “¡Ah…!”. Así que esperemos que sobre la mesa se imponga el sentido común, no los reproches. Tampoco se comprende mucho el porqué de esta negociación a dos días de la Huelga General. ¿Será para aparentar una negociación como si fuera un mero trámite? ¿Qué es este circo? ¿Por qué no se ha celebrado antes y se hubieran evitado tantos sufrimientos? ¿Qué tendrá esto de estrategia o de salto con pértiga hacia el día 15, donde se arrodillarán ante la Banca para pedirla perdón? Ya se sabe que el Padrenuestro se reformó sólo para católicos de base, pues como las deudas no se las iban a perdonar ni soñando, les dijeron que pidieran perdón “por nuestras ofensas”. Los partidos tienen otro “Padrenuestro” y claman al Dios de la Banca y le piden “perdón por nuestras deudas”. Y si les piden perdón para ellos, ¿qué vamos a esperar para nosotros? Bueno, sí, existe una esperanza: que firmen la nueva Ley Hipotecaria que les dicte la propia Banca, una Ley a la que darán una mano de pinturilla y poco más. Ojalá me equivoque pero, mientras, prefiero no parecer un ingenuo. Soy consciente que lo de “El Acorazado Potemkin” es muy difícil que se repita hoy, ni se desea, pero puede repetirse mañana. La máquina desahuciadora ha sido puesta a prueba trescientas cincuenta mil veces y ni policías, ni secretarios, ni psicólogos, ni enfermeros, absolutamente nadie se ha dado la vuelta contra el sistema. Pero a ver con qué alegría superan lo de la paga de Navidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario