lunes, 15 de octubre de 2012

¡Templaos!

No sé cuántos de vosotros recordaréis “la yenca”, aquel baile capicúa con una letra-canción que te dejaba siempre en el mismo sitio pero más cansado: “izquierda, derecha, p’alante, p’atrás... un, dos, tres”. Aunque no lo crean, es el baile que en la actualidad se baila en España, un baile hacia ninguna parte. Hemos escuchado de todo y nadie sabe qué nos espera. Las medidas puestas en marcha de un año acá todas han fracasado. La economía no se recupera y si no se ha llegado aún a los seis millones de parados, las gracias no se las debemos dar al Gobierno, sino a los jóvenes que no ven otra luz que la de la emigración. Ante este panorama, yo estoy con los que piensan que si el rescate no se ha pedido aún, quizá sea porque desde Europa los nuevos sacrificios se los van a pedir a ellos, a los que mandan, comenzando por devolver los 200.000 millones de euros, aún calentitos, que han engordado sus cuentas en paraísos fiscales. A los de abajo ya no les pueden pedir más. ¿O sí? ¿Qué se puede hacer? ¿Atracar a los abueletes bajándole las pensiones? Pero si algunas pensiones no son compatibles con la vida. ¿Qué les van a quitar? Creo que sí, harán un banco malo, pero malo de verdad, y les cambiarán los planes de pensiones por “permanentes”. Así de trágico como se descuiden. Pero no les quiero echar toda la culpa a nuestros gobernantes y banqueros, que la tienen casi toda, sino al BCE, que ahora se excusa de lo que el sentido común dijo desde la primera medida de austeridad: “¿Cómo se va a recuperar España si no les dejamos ni un euro para gastar? Hay que revisar el déficit…”. Iros a paseo… Dejad de vacilarnos, coño.

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