Vuelta a casa, vuelta al trabajo y vuelta al Facebook. Gracias a la coyuntura, como diría “Toxo” Méndez Rosell, es el primer año que los medios han dado un respiro al manido síndrome postvacacional. Apenas nadie, ni de broma, se ha referido a ello en primera persona. Septiembre avanza y quienes han podido probarse el trabajo no dicen nada si éste les queda ancho o estrecho. Y a mí me parece que esto no es bueno. Existe una aparente libertad de expresión compuesta de tertulias de aburguesados o de anónimos virtuales, pero la realidad del día a día es bien distinta. Y si la democracia se basa en valores de derechos y libertades, podemos decir que la libertad de expresión está secuestrada, si no malherida o terminal. Aunque las excepciones son esas élites que sobreviven en democracias o dictaduras, ¡qué más da!, “esas que saben de todo, te dan una charla de cincuenta minutos y sólo esperan de ti que corrobores sus argumentos”. Esto me lo decía un amigo, y continuaba: “…y no se quieren dar por enterado que tus deseos son llamar a la policía para que te los quiten de encima”. Pero con esta “eme” de Reforma Laboral que no nos merecemos, porque los españoles hemos sido ejemplo de trabajadores en el mundo entero y la mayoría en esta sociedad informatizada tiene el culo “pelao” de no levantarse de la silla, la capacidad de asombro va a quedar como la Bolsa, bajo mínimos. No nos merecemos esto, digo, y todo por tener unos gobernantes enclenques que consienten que desde afuera nos aten en corto y desde adentro den la razón a quienes siempre creyeron que un trabajador español era un ladrón en potencia. (Estáis dispensados de poner "me gusta". Gracias por leerme).
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