Hoy es un día triste para la democracia, nos ha dejado un hombre tranquilo, ha dejado de latir un corazón cuestionado, hoy ha muerto Carrillo, ha muerto don Santiago. A quienes la llegada de Carrillo desde el exilio nos pilló con “veintipocos” años, recordamos un solo Carrillo, aunque por la gloria de Franco tengamos un Carrillo en 2D, o sea, el de la guerra (¡un diablo!) y el del exilio (¡un conspirador!) y un tercero, ya en 3D, que es el de la transición. Pero este último, que está presente en nuestro recuerdo, fue un hombre que peleó por la reconciliación, se quitó el estigma de comunista y se hizo eurocomunista y entró en un gobierno, sin sindicatos ni empresarios, al que bastó un par de semanas para poner en orden la política económica con una subida de salarios del 20% para 1978, eso entre otras medidas (¡quién lo diría!). Aquello quedó para la Historia como “Los Pactos de La Moncloa” del 77, y junto a él intervinieron políticos de la talla de Suárez, Tierno, Felipe, Roca, Fraga, Calvo Sotelo, etc. Otros recuerdos vitales de don Santiago fueron las fiestas del PC, que se celebraban en Madrid en una Casa de Campo llena de entretenimientos, con casetas, músicos, mimos, rosquillas, barquillos, etc., y en las que el mitin de don Santiago, lleno de soflama, era lo más esperado de la fiesta, ya fuera para satisfacción del pueblo llano como para la intelectualidad del momento. Y nadie duda, porque quedó retratado para siempre, que Carrillo está entre los tres políticos con más bemoles del 23-F, junto a Suárez y el teniente general Gutiérrez Mellado, que a pesar de la orden de Tejero de “todos al suelo” pusieron en riesgo su vida para ejemplo del pueblo. Se nos ha ido un patriota de izquierda, un contertulio inteligente, un político de vocación, un admirador de Tarancón, un enemigo de la dictadura y, como todos los humanos, un ser imperfecto pero lleno de virtudes. Se lo ha llevado el “jodío” tabaco a los 97 años. Donde estés, ¡salud!
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