Estaba yo con el pensamiento puesto en la multitud de parados que tenemos en Salamanca y, en vista de que son casos perdidos para el poder central, me preguntaba qué podrían hacer en este sentido los grupos civiles o de interés. Como la industria no está ni se la espera, en este sector podemos colocar media docena a lo sumo; en la construcción peor, tendremos que sacar a unos para meter a otros; los servicios (el sector, no algo escatológico) está saturado; y seguimos recorriendo otras posibilidades hasta que, por fin, llegamos al mundo de las cifras, donde hubo un hallazgo, ya que si tenemos 35.000 parados también gozamos de 35.000 matriculados en la Universidad. Así, es fácil caer en la cuenta de que parecían cifras puestas por el destino. Comprobamos las diferentes hipótesis del Gobierno y la conclusión final de que los parados son individuos escaqueados de la vida laboral para disfrutar de la ley del mínimo esfuerzo y caemos en la cuenta que si pusiéramos a los 35.000 parados a estudiar y a los que están matriculados, casi todos foráneos, los desapuntamos y los mandamos a sus pueblos, acabamos con el paro “ipso facto”. ¿Qué, que no quieren estudiar? Se sacan los antiguos métodos “Sortres” de “la letra con sangre entra” y verán cómo a los cuatro días son como el joven de “La naranja mecánica”. Y, si acaso, indignados lo estarán con las matemáticas o con la física pero no harán pareados que hieran la sensibilidad de quienes están preocupados por los asuntos de Eurovegas.
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