Claudio ha perdido la carrera con la muerte. Si me lo llegan a decir en los años 70 del siglo XX hubiera dicho que eso era imposible. Decir Claudio entonces no significaba mirar para Roma. Se trataba de Claudio Carudel, el mejor jockey de todos los tiempos. Pasar las tardes de domingo con los amigos o con hermanos en las carreras de caballos fue el mejor descubrimiento de mi juventud. Nunca por ello sentí complejo de rico, puesto que no lo era, pero sí sabía disfrutar de los caprichos de los ricos. En aquellas tardes el poderoso guardaba fila para hacer su apuesta detrás de ti o delante, y si en algo se diferenciaba con la tuya, era por ser muy superior, pero ni tuve que cederle el paso ni me sentí traicionando a nadie por estar en aquel lugar, al aire libre y sin humo. Pero hablando de Carudel, quienes sentíamos pasión por él era jugar a caballo ganador, o mejor dicho, a jockey ganador. Siempre fue favorito sin importar el caballo que montara. Apostar a Carudel era apostar sobre seguro. El atractivo estaba en conseguir la gemela, es decir, el primer clasificado, que era él casi siempre, y el segundo, y en ese segundo lugar estaban muchas veces Román Martín o Ceferino Carrasco. Comenzaba la carrera, y sin necesidad de catalejos, puesto que en aquella edad yo veía mejor cuanto mayor era la distancia, Carudel no hacía nada distinto que mimar a su caballo sin apenas usar la fusta, y sólo le exigía una vez, pero lo hacía para ganar. Reconozco que para todos aquellos que apostaban “al cojo” por la ambición de ganar apuestas que estaban 100 a 1, Carudel aburría; jamás podía darse ese resultado estando él en pista. El final de carrera lo he rememorado muchas veces, llegaban en bloque al final de la última curva, y no sé de dónde sacaba los impulsos, que su caballo comenzaba a distanciarse como si supiera que en su montura llevaba un diminuto jockey que era el más grande, el as de oro. Irrepetible Carudel. Ha muerto un día de julio con 74 años y se habrá reencontrado con “Maspalomas”, precioso caballo que junto a él nunca olvidaremos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario