viernes, 22 de junio de 2012

Overbooking cultural

A Gerardo Diego le tocó competir ayer en el Ateneo con el partido de fútbol Portugal-República Checa. Ya me dirán mis amigos si esto restó espectadores en el choque. Para mí, Gerardo Diego significa el ejemplo de soneto que anoté en mis cuadernos de primera enseñanza cuando me cautivó aquel ciprés “enhiesto surtidor de sombra y sueño / que acongojas el cielo con tu lanza…”. Me lo perdí. Pero como no pude asistir al coloquio que ofrecieron Paco Blanco y Pablo Unamuno, entre otros, en mi pueblo de Santa Marta, invitados por la Asociación Tierno Galván, el  “Unamuno publicista” de ayer en El Casino me  ganó la partida. Allí pude escuchar a los contertulios aludidos, que organizaban y repetían, junto al director de La Gaceta, Julián Ballestero, al periodista Santiago Juanes y al documentalista de la USAL  Ángel Lozano. Paco Blanco tuvo la tarea añadida de sustituir al director de El Adelanto Félix Ángel Carreras, que no pudo asistir. El acto estuvo a la altura del homenajeado y se puso de manifiesto el carácter contradictorio, cuando no heterodoxo, tierno o familiar del gran escritor. Se destacó la grandeza de un Unamuno que opinaba absolutamente de todo, como si viviera en una dimensión por encima de lo material, y a otro Unamuno, padre de ocho hijos y de más de 4.800 artículos periodísticos, que se preocupaba por el cobro de esos artículos para sacar a la prole adelante. Al final, pasó por el descuido de esos ilustres escritores que por su dinámica y compromiso nunca pensaron en  jubilarse, aunque no llegó a ocurrirle como a Valle-Inclán, que hacia el final de sus días pasó graves apuros económicos.

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