sábado, 14 de abril de 2012

Azaña

Manuel Azaña, sin duda alguna, fue la figura más destacada de la República. El primero en presidir un Gobierno republicano con la proclamación de la victoria del 14 de abril de 1931, y el último en marcharse al exilio después de ejercer como presidente del Estado tras la victoria del Frente Popular y la posterior guerra. Azaña llegó a la política desde el mundo de la cultura, siendo un estudioso pertinaz sobre los asuntos de Estado. Escritor de varios libros, fue reconocido con el Premio Nacional de Literatura en 1926. Franco tuvo sumo cuidado en silenciar su figura ante los españoles y desacreditarla ante las élites emergentes como enemigo del ejército, la religión y la patria, aparte de pervertido sexual, masón y marxista, consiguiendo su propósito, pues cuando yo era pequeño y hacía alguna faena, recuerdo que la voz que salía del subconsciente para reprenderme decía: “¡eres peor que Azaña!”. Al haber estudiado éste en un colegio religioso, el Régimen franquista y la Iglesia estaban expectantes por conocer si al final de sus días pedía la extremaunción para hacer uso de ello con fines propagandísticos. Azaña en el exilio francés no dimitió de su cargo de presidente de la República y condicionaba la dimisión al reconocimiento del régimen de Franco por Inglaterra y Francia, como así fue. A su muerte, el Sarkozy de entonces, Pétain, le negó los honores de jefe de Estado y no admitió que se envolviera su féretro con la bandera tricolor, sólo aceptaba la bandera roja y gualda de toda la vida. Sin embargo, las autoridades de México, que habían acogido en su país a un gran número de exiliados y estaban allí en Francia para interesarse por la salud de Azaña y ofrecerle su ayuda, si no pudieron hacer nada por su vida, en su honor ofrecieron la bandera de México como alternativa con estas palabras: “será un orgullo para nuestro país y para los republicanos repatriados, y sobre todo una lección para ustedes”. Con aquella bandera fue enterrado en Mountaban en 1940, y aunque lo recordemos obeso y viejo, con gafas de miopía extrema, en el momento de su muerte sólo contaba con 60 años.

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