domingo, 25 de marzo de 2012
No es lo mismo
Habrá que pedir limosna con traje y corbata y en Madrid. Por tanto, ante la desbandada de pobres que generarán los nuevos tiempos, el poder comienza a tomar medidas, y sus satélites, que cobran 200.000 euros de crisis sin crear un solo empleo, piensan que si no prohíben la pobreza, al menos que los pobres la sufran en casa. Y el antídoto ante la epidemia que se avecina ha comenzado a experimentarse. Vallataria ha sido la ciudad elegida. Ser pobre en Vallataria está muy feo, es de muy mal gusto y deben marcharse con el Flautista de Hamelin. Así de crudo. Pero peor que ser pobre en Vallataria es ser un pobre hombre, frío, despiadado, que piensa que ser pobre es un deporte como el golf, pero sin pelotita. Ser un pobre hombre en Vallataria es actuar con contundencia. Ser un pobre hombre en Vallataria es quitar pobres de la calle para que pase el Cristo del Perdón en Semana Santa. Ser un pobre hombre en Vallataria es joder al prójimo, o sea, la afición más vieja del mundo; llenar el estómago es gula. ¿Y cómo se llega a esto? Imaginemos que un virrey dice: “¡Hay que echar a los pobres!”. “…Pero si aun así no se van, ¿qué hacemos, mi señor?”. “Si no se van, les quitaremos la recaudación del día, que falta nos hace para pagar nuestros sueldos”. Resumiendo y en román palatino: ser un pobre hombre en Vallataria es tener más cara que espalda.
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