jueves, 22 de marzo de 2012
Hoy estoy triste
Especialmente triste. Mi tristeza no es por algo que me haya ocurrido hoy, ayer o hace una semana. No, ni mucho menos, ahora tengo suficientes motivos para ser feliz. Mi tristeza es por algo banal, aunque no intranscendente. Cuando se lo diga, van a exclamar: “¿por eso?, ¡vaya tontería!”. Precisamente por eso, por ser una tontería, hoy podía tener cuanto quisiera: acaso una isla para vivir sin Facebook, Twiter ni periódico, que son artilugios que crean dependencia, o el capricho de abrir una churrería en el Polo Norte, ¡qué ricos unos churritos por allí! Todo ello podía haber sido mío si hubiera tenido la idea de patentar un logo. Un logo que era mío. Esto es tal tortura como echar todos los días a la primitiva y recordar que hubo un día que salieron tus números y tú no la echaste. Así es como me encuentro. Uno de estos días no eché la primitiva, sino que eché la vista atrás para ver los cuadernos de mi infancia, uno de esos psicoanálisis que a veces hacemos sin querer, y descubrí que el logo de Nike lo había inventado yo. Tres páginas enteras de talento, y con el logo a tinta china por todas partes, me contemplaban. Analizo y me doy cuenta que con la llegada del bolígrafo también comenzaron a imitarme los profesores como signo de marca para revisar exámenes, pero lo más importante faltaba por llegar: hoy ese mismo signo se encuentra vendiendo zapatillas por todo el planeta. Este es el gran motivo de mi tristeza: tanto arte y ni un duro.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario