jueves, 8 de marzo de 2012

La pesadilla

La noche ha sido horrible. ¡Qué pesadilla! Yo era negro. Pero la pesadilla no era por ser negro, por favor, que yo me alegro del merecido Rolex que lleva un Michael Jordan y soy un admirador, boquiaberto, de la palabra de Obama. Yo era negro de los de antes, negro-negro, exclavo, de aquellos que inventaron el jazz en días de sol a sol en las plantaciones americanas. Recuerdo escuchar al jefe blanco que me decía: “¡Trabaja!, ¡trabaja!, ¡trabaja!... ¡trabaja!...”. “Que no te ganas ni el aire que respiras”. ¡Qué pesadilla! Unas plantaciones a las que les di siembra y hasta le aportaron al jefe blanco aquel empleo “sanguijuela”. Para mis adentros deseaba que me diera unos fuertes latigazos para echar sangre como los Cristos penitentes de Filipinas y que le salpicara. Pero no me los dio. Sólo me recordaba que yo era negro y mientras fuera negro siempre le debería la vida. ¡Qué horror! Había olvidado “La cabaña del tío Tom” por obsoleta. No sé por qué esta pesadilla. Días antes había leído la Reforma y me di un gran susto cuando al término de la página 64 me encontré la firma: Mariano Rajoy Brey. Pero no creo que él tenga que ver nada con esto. Don Mariano es un aficionado para lo que vi en mis sueños. Quizá premonitorios o quizá situaciones que se están dando a la vuelta de la esquina. Y si esto es así, lo siento, Sr. Rajoy, pero usted, como político desde la Universidad, pienso que de buena fe, está fuera de la realidad.

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