domingo, 18 de marzo de 2012
Hispanochinación
“La Noria”, programa televisivo de la noche de los sábados, intenta arreglar, con temas más amables, aquel desliz que tuvo al entrevistar, previo paso por caja, a la madre de un asesino. Aquello le acarreó la desbandada de la publicidad, pero al parecer este programa no aprende, y en su deseo de mejorar, crea nuevos problemas. Este último sábado lo fue con el tema de la población china en España en general y la de Fuenlabrada en particular. Como siempre, el programa se dividió en dos alas: una afín a la izquierda y otra a la derecha. En la primera, como principales exponentes y defensores de la causa inmigratoria, Enric Sopena y Pilar Rahola; enfrente, acaparador de la palabra casi en exclusiva, Alfonso Rojo. Este último, agarrado a las falacias, trató una y otra vez de enrollarnos con los muertos y los rollitos de primavera, cosa muy normal cuando alguien se presenta a un debate con lo que habló con el taxista camino de la “tele”. Pero lo del Sr. Sopena y la Sra. Rahola fue aún más sangrante, pues imagino que después de sesudas sesiones para preparar el tema, tan brillantes ellos, deberían pedir perdón a toda la izquierda española, y sobre todo a los sindicatos, por las alabanzas que hicieron de las catorce o dieciséis horas de trabajo de esta comunidad: sin conciliación familiar, sin vacaciones y trabajando domingos y disantos. Parecían la diosa Ra-“hola” y el curita So-“pena”. Para ellos un ejemplo de pueblo masoquista que responde a todo con humor amarillo. Para nosotros, este pueblo, tan versado en refranes, debería aprender uno muy español: “donde fueres, haz lo que vieres”. Pero no es así, los chinos venden sus productos más baratos en perjuicio de los nuestros, algo que también podíamos hacer nosotros. ¿Pero eso es vida? Si los chinos se quieren hacer los amos de los negocios españoles, que cumplan la ley española, o sea, con jornadas de ocho horas, y durante esas horas que metan el turbo. Pero la alternativa que subliminalmente nos ofrecen doña Pilar y don Enric no es otra que hacernos todos chinos. En esto creo sinceramente que están muy a la derecha de la izquierda y del sentido común. Y perdón, algo que se me olvidaba: el taxista que toma el señor Rojo pronto será chino, así que ¡a aprender el mandarín, don Alfonso!
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