sábado, 18 de febrero de 2012

Higiene capitalista

Es sabido que el “rajonazo” es una ley que abre puertas y ventanas a los agentes del poder para que, con métodos paternalistas, aireen sus locales de moscas, mosquitos y otras “alimañas” pensantes. Pero si siempre has sido un soldadito de plomo en la colección de tu amo, de momento no tienes por qué preocuparte, ésta no es tu guerra. El “decretazo laboral”, por ahora y a la espera de los resultados, nace como una plaga selectiva, aunque tenga vocación de quedarse para siempre. Si acudimos a la Historia, a raíz de la Segunda Guerra Mundial el capitalismo cedió a las reivindicaciones de la clase trabajadora por temor al comunismo, pero en la actualidad, una vez caído el muro, ¿qué temor existe a la reacción de esos “curritos” desorganizados que ni en la cola del paro les puedes llamar proletarios? "Aquí todos somos clase media". Ahora veremos si seguimos conservando el “status” y la paz social, pues a partir de ese fatídico día en el que el señor Rajoy dijo “Ssseñor Rosssell, qué hago” nadie va a dormir tranquilo. El neoliberalismo sólo traerá miseria para el estrato social de la base piramidal y de paso engordará a las placas cercanas a la superficie, que terminarán como el muñeco de Michelín. Así que más vale que defendamos el estado del bienestar (sanidad, pensiones, protección a la infancia, etc.) y veamos con claridad que el peligro ya no viene, como decía un reputado sociólogo en parecidas palabras, de un Bush, un Blair y un Aznar, sino del Fondo Monetario, del Banco Mundial y de la Organización Mundial de Comercio, ante quienes las clases políticas gobernantes se felicitan sin pudor. (Al Sr. Rajoy debe dolerle la mano de tantas felicitaciones).

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