domingo, 12 de febrero de 2012

FORRES-CAM

Forres-Cam nació en uno de esos días de tormenta en los que quieres que te parta un rayo. Paseaba por la playa de Arena de Oro cuando se encontró frente a un ángel con perilla que le dijo: “Alma de Dios, qué hace usted por aquí con este frío, en Bermudas y sin nada en la cabeza”. Esto último no le gustó nada a Cam, pues que le dijeran a él, precisamente a él, el hombre más poderoso del lugar, que no tenía nada en la cabeza, le enfureció: “Señor de la perilla, mire usted a su alrededor y todo el horizonte que contemplen sus ojos me debe obediencia”. “No he querido faltarle. Quiero decir que usted tiene poco pelo”, respondió el de la perilla. “Ah, bueno, eso sí es verdad”, dijo Cam. No obstante, el de la perilla percibió algo en él que no le gustó: “No le veo a usted feliz. ¿Cómo se llama?”. “Cam, me llamo Cam”, contestó. “Bonito nombre, pero a usted le puedo yo convertir en Forres-Cam”. Y dicen que así fue. El inocente Cam quedó atrapado por aquel individuo que le habló del bien y del mal, de la brevedad de la vida y de lo divino y de lo humano, y sobre esto último le dijo que le podía cortar un traje o seis. La leyenda manifiesta que el Sr. Cam le contestó: “Haga usted lo que quiera, yo lo negaré siempre”. Y aseguran también las malas lenguas que el señor de la perilla cumplió la palabra y le envió los trajes, y además con generosidad, pues en los forros, mientras el Sr. Cam se prestaba a probárselos, escuchó el sonido de billetes de 500. Posteriormente, dicen que hubo palabras de agradecimiento entre ambos. Al parecer el señor de la perilla le decía: “Esto para que te forres. A partir de ahora te llamarás Forres-Cam”. Dicen que todos contentos si no hubiera sido una patraña urdida por sus enemigos para desacreditarlo y llevarlo a los tribunales con la acusación de haberse dejado sobornar, aunque afortunadamente los jueces le declararon rotundamente inocente por cinco votos a cuatro.

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