lunes, 23 de enero de 2012

Sexador de pollos

Estaba yo con el billete a Japón para realizar un curso de técnicas del sexado de pollos, que al parecer era la única profesión con futuro que aún quedaba en el mundo, y ¡vaya por dios!, dos investigadoras salmantinas descubren un sistema, válido para todas las aves, con el que con una simple pluma del animal en 48 horas conocemos si es guacomayo o guacomaya, loro o lora, halcón o halcona. Sin embargo, me tranquilizan de que para los pollos se va a seguir con el método tradicional y sólo se empleará para aves de élite, pero se me ha derrumbado todo el proyecto, porque quién me dice a mí que mañana, por el dichoso ADN, no descubren una técnica por la que muten a unos gallos para que su prole sean pollitas o tullan a la gallina para que sólo tenga pollitos. Pero que no me tomen la idea, porque voy a pasar el resto de mis días lleno de remordimientos. Es posible que por haber abierto el pico pueda mandar al suicidio a miles de japoneses..., que ése es el INEM japonés. Ahora son muy buenos, sexan 1.000 pollos por hora y son felices compitiendo entre ellos para subir esa cifra, un ritmo que fundiría los plomos de cualquier máquina, pero en el futuro, por culpa de los ADN de los c., no será necesario ni el hombre ni ningún autómata. Pero antes de que esto ocurra, descartado lo de realizar el curso, voy a viajar de todos modos a Japón para ver a ese japonés sexapollos, que será todo un espectáculo: pollo, pollita, pollo, pollita, pollito, polla, digo no.

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