miércoles, 25 de enero de 2012

Rico por lo vivido

“Cuando ni siquiera has llegado a los 45 todo el mundo se empeña en jubilarte. Y si ese ‘todo el mundo’ es tu jefe, es muy probable que si no lo haces se enfade y sufras las consecuencias”. Esto me lo contaba un amigo. Y yo digo: ¿Qué creerán algunos? ¿Que somos jugadores de fútbol? Este mismo amigo incurría en una contradicción “descatalogando” a quienes eran unos años mayores que él. Hiizo un paralelismo con los de mediana edad, su generación, y decía que “eran de los CDs”, después colocó a quienes vienen detrás suyo “como la generación de las tabletas” y refiriéndose a los de mi edad, de 50 para arriba, decía “que éramos de la época del vinilo”. No dije nada porque es un buen amigo, pero yo no soy sólo de la generación del vinilo, sino que también lo soy de las “cintas”, de las Kodak, de las Super 8, de los “CDs”, del móvil, de las digitales, de las “tabletas” y me hubiera gustado disfrutar del gramófono, pero a este último no llegó mi tiempo. Yo soy un afortunado por haber jugado con una escalera de color, mientras los que vienen detrás terminarán con una “tableta” que tendrá de todo, pero no saben los guateques que se han perdido ni recuerdan al listo de turno que apagaba la luz o fundía los plomos y te dejaba agarrado a la cintura de una chica. A veces a la juventud se le antoja pensar que con que hayamos conocido el vinilo para qué queremos más. Cuántas veces con su vista descansada escriben o borran mensajes a la velocidad del rayo. A esto le llamamos hacer virguerías. Pero no es privilegio de esta juventud, sino de los jóvenes de todas las épocas. Recuerdo que cuando yo era de edad joven, hoy lo soy de espíritu, sin parar a conocer el potencial que tenían los padres, se decía de ellos que eran unos “carrozas”, y de los abuelos que eran una “diligencia”. Hoy los jóvenes usan el término “filete”: “Mi padre es un filete”. Pero el cariño lo asume todo. Hay que pensar que ya somos afortunados por lo vivido, no dignos de ternura por lo poco que nos queda por vivir. Y gira la noria…

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