viernes, 27 de enero de 2012

Arte sin arte

No hay que confundir arte abstracto con abstraerse. El primero es la manera que tiene el artista de expresar sus sensaciones o de ver la naturaleza desde un punto de vista diferente. Abstraerse es quedarse uno bobo ante cualquier “gilipollez” u ocurrencia. Me refiero a esas inmundicias que se presentan en salas de exposiciones como grandes genialidades. La última, que tuvo sus minutos de gloria en televisión, fue un folio arrugado dentro de una urna de un valor aproximado de 500 euros. Esto lo habrá visto medio mundo y si era una provocación, con una pieza ya tenía bastante, pero quienes derrochan tanto talento no se conforman con servir de guasa una vez, sino que toda su obra, la tomes por donde la tomes, es un puro esperpento (con perdón, Valle). En una ocasión, en un museo de prestigio de Madrid, pagué mi entrada y visité algo que con todo boato lo titulaban Arte Ultramoderno, no me pude resistir y entré. En una de las urnas, con el rótulo de “basura” en inglés, podía verse una compresa y todo tipo de inmundicias. Sólo retuve la imagen de la compresa. Me retiré y pensé que podía ser famosa, por ejemplo la de aquella reina sin corona del rey sin periodo. Continué la visita, no guiada, porque no creo que hubiera guía que se prestase a ello sin careta, y comencé a ver en sus correspondientes urnas latas de tomate, de sardina, panes troceados, bideles, escayolas garabateadas y poco más, no terminé, enseguida me marché con la sensación de haber sido estafado. Ahora me llega otra noticia de que alguien ha comprado el “Azor”, lo ha prensado y ha hecho con él un cubilete, una genialidad (chapeau por la máquina que lo ha conseguido). Oye, que puedo estar equivocado, ¡eh! Y por si acaso, yo que no soy un genio, sino un ingenuo, ofrezco a estos “artistas” del “Arte sin arte” todo lo que tengo en el trastero: un par de colchones (pueden servirles para descansar de tanto esfuerzo), un secador que no funciona, pero para calvos puede valer; una parrilla (por su forma, la pueden titular “la tortuga”, y dejando caer las chuletas entre las rejas, a éstas les pueden llamar intestinos, y como algo tienen que poner los artistas, las chuletas tendrán que comprarlas). Ah, otra cosa, y esto no lo tengo en el trastero, lo tengo aquí a mano, se me olvidaba, ésta sí que es una obra de arte. Nada más y nada menos que el fallo del jurado del “caso Camps”, que ni la bruja Lola hubiera adivinado más incorrupciones, digo incorrecciones, y lo dejo aquí, que el señor Camps es inocente desde hace dos días. El “Arte sin arte” es algo serio, no crean, y también tiene su historia: No hace mucho, en Londres, una limpiadora tiró una bolsa a la basura que contenía parte de la obra que iba a presentar G. Metzger en el Tate Britain, y como la bolsa contenía periódicos viejos y trozos de cartones, aunque la recuperaron, estaba ya un poco destartalada, pero el “artista” disculpó a la limpiadora y en poco más de un cuarto de hora tenía preparada otra que contenía más o menos lo mismo. ¡Qué más da! Y algo parecido le ocurrió a otro “artista” llamado D. Hirst, que le tiraron a la basura un cenicero lleno de colillas, botellas y paquetes de tabaco vacíos. ¿A quién se le ocurre pensar que aquello no era Arte? Bueno, acabo: ¡Cuidado, jóvenes, que estos “artistas” dicen que este “arte” los menos jóvenes no lo entendemos y van por vosotros!

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