domingo, 11 de diciembre de 2011
¡Ay qué dolor...!
Transparencia es reconocer lo que pienso en mi interior y decirlo. Soy madridista desde que no tenía uso de razón, pero ¡ojo!, no era madridista por eso, ¡cuidadín!..., que cuando vi jugar a aquellos fenómenos, D’Stéfano, Puskas, Kopa, Gento, la razón me sobraba. Eran tiempos aquéllos, ¡quién lo iba a decir!, en los que ser buen español era ser del Atlético de Bilbao. Recuerdo a un gran amigo mío que era de Madrid, pero del Bilbao, y cuando se llenaba Madrid de bilbaínos, sobre todo en las finales de copa en el Bernabéu, salíamos él con su bufanda atlética y yo con la madridista a meternos en los ambientes hermanados del centro de la capital. “Nosotros jugamos con once españoles, tío”, decía mi amigo. Pero aquello se acabó a resultas de lo que todos conocemos. Hoy día un madridista es muy difícil que se meta en la piel de un culé, pero en la actualidad ocurre con el Barça algo parecido a lo que ocurría con el Bilbao. El fútbol del Barcelona se nutre del juego que sus jugadores vienen realizando en la cantera, pasando en tropel al primer equipo toda una generación que Guardiola le enseñó a ser generosa y jugar para el conjunto. Y a partir de ahí, entran y salen jugadores de calidad que captan con rapidez esa filosofía y a quienes les sirven balones en bandeja. Así, cuando se van, nos choca el caso de un Etó’o, por ejemplo, que va a otro equipo y no sabe por dónde le llegan los balones. Este es el Barça, y estos mismos jugadores son también el chasis de la Selección, y para un madridista es muy duro decirlo, pero si ésta funciona es por ese bloque incontestable. Y lo digo de corazón, no como aquellos del Atlético de Madrid que conocí en mi infancia y que se disfrazaban de madridistas para decir: “Yo soy del Madrid, pero reconozco que todos los madridistas son unos cab…”.
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