sábado, 7 de mayo de 2011

“La biblio”

Del “me voy a la biblio” de estos días al “¿te acuerdas cuando nos íbamos a la biblio?” de mañana, es un “pis-pas” que se acaba en pocos años. La biblio, como excusa del “primun vivere, deinde philosophari”, viene de los tiempos en que Fray Luis comenzaba Primaria. El camino de casa a la biblio puede tener tantos peligros como farolas. Es posible que te encuentres al príncipe Felipe de tus sueños o a la chica morena, rubia, pelirroja, ¡qué más da!, “que la conoces de algo” y ella a ti también, “¡qué casual!”, y entonces te vuelves romántico, siendo Oscar Wilde a tu lado un duro del Oeste y te convences de que no existe para un fenómen@ como tú nada que no puedas recuperar mañana. Sí, esto es un clásico de toda la vida que terminará un día en ese “¿te acuerdas…?”. Y se contarán anécdotas y habrá perdedores y ganadores. Pero entre estos últimos estará aquel “crack” que tenía los libros sin estrenar y justo el día antes del examen tomaba siete cafés, se embutía la asignatura y llenaba siete folios. “¡Qué hache pú!, con las veces que me lió para echar un partido…”. Así es la vida, de nada hubiera valido que tú te tomaras ocho tazas. Pero se vive al revés, para saber esto tendríamos que ser, antes que jóvenes, viejos con experiencia, algo que aún no es posible. Al final, casi siempre, se terminan los estudios con sudor y lágrimas, y tu éxito estuvo en no haber sido el “decano” de tu promoción, que tardó diez años en terminar los estudios. Y ya que hemos citado a Fray Luis de Salamanca, existe un refrán en estos lares, ya perdido en el tiempo, que dice: “estudiantón que pasas de treinta, ¿cómo echaste la cuenta?”.

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