lunes, 31 de enero de 2011

Un perro feliz

Las apariencias engañan. Quien piense que Pluto lleva una vida perra se equivoca. Pluto era un perro cariñoso y hubiera dado la vida por su dueña caso de ser necesario. Una noche de perros, un coche le quiso truncar su existencia, pero su ama lo último que hubiera hecho era sacrificarlo. El cariño hacia Pluto no era algo frívolo, basado sólo en su belleza, sino que debería estar a la altura de su compañía y fidelidad. Por tanto, en aquella penosa situación en que quedó Pluto, desvalido de las patas traseras, su ama quiso devolverle el cariño haciéndole una sillita de ruedas. Y ahí presume orgulloso disfrutando de una segunda existencia.

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