miércoles, 19 de enero de 2011

En el cine, no

Ante el brote de fundamentalismo antitabaco que recorre el mundo, se me ocurre pedir un indulto para el cine. “Casablanca” no sería esa admirable película si no tuviera a Humphrey Bogart, ni éste sería Bogart sin un cigarro en las manos. Tampoco disfrutaríamos de los innumerables títulos de Chicago sin la naturalidad de una atmósfera repleta de humo. ¿Serían capaz de fumar de mentira pero que pareciera verdad? No creo. Aunque eran los mejores como mafiosos y podían sorprendernos. Otro grande, Frank Sinatra, Frankie Machine en “El hombre del brazo de oro”, no tenía fuerza ni para levantar una copa o hacer trampas en el juego si no exhalaba una calada. No obstante, en este caso era con algún otro aditivo. Además, nos hubiéramos perdido la inmejorable escena de “Ghost”, donde el espíritu loco rompe una máquina de tabaco mientras dice: “Una caladita… qué daría yo por una caladita”. Y qué decir de todos los buenos, feos y malos del western, que con el cómplice en la horca, mantenían el suspense encendiendo un habano. En cuanto a ellas, fueron muchísimas las actrices, con Marilin en cabeza, que en su tiempo fueron tratadas de endemoniadas por adquirir costumbres reservadas a los hombres, y hoy, al ver aquellas imágenes, las mujeres expresaban con el cigarro tal sensualidad, que, junto a los movimientos de piernas y brazos, los directores sabían sacar de la mujer toda su feminidad.

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