Cuentan que el dueño de esta carnicería le decía al de la funeraria que eran dos negocios para no estar puerta con puerta. “¡Qué tontería, hombre!”, contestaba el funerario. Discutían y no llegaban a ningún acuerdo, por lo que acudieron a preguntárselo a sus respectivos clientes. Los de la funeraria dijeron “que les dejaran en paz” y los de la carnicería contestaban a la gallega: “¿Pero de dónde trae usted la carne?”. “De donde siempre”, contestaba el carnicero. “Ya, pero ahora le quedará más cerca, ¿verdad?”… Al final, dicen que el carnicero “también quedó en paz” cuando echó el cierre a la tienda. Yo me largo, que esto me da yuyu.
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