¡Qué aburrido! ¿Cuántos telediarios llevamos ya emitidos de
don Rodrigo “en la horca”? Esto no puede seguir así, démosle una salida. Una
salida que sea honrosa. Un negocio, por ejemplo. Que gane el hombre un poco de
dinero hasta que se resuelva lo suyo, que por lo visto va para rrato. Vamos a
proponerle, él que puede, que saque a la venta un juego de entretenimiento hasta
que se resuelva ese puzzle paradisiaco en el que está atrapado. Don Rodrigo
siempre se ha rodeado de buenos colaboradores, pero si éstos ya le han
abandonado, nuestra modesta contribución sería ésa: sacar al mercado un juego
entretenido que se podría llamar “El laberinto de Don Rodrigo”. El éxito está
asegurado. Algo así como el juego de Willy pero con preguntas como: ¿qué coches va
sortear don Rodrigo a la salida de su domicilio? o ¿cuántos segundos tardará en
acceder a su vehículo?, etc. ¿Por qué esto? Si alguien se echa la siesta en la
hora del telediario y no se entera, explicamos que todo es debido a la
admiración que sentimos por el ex “la ostia”, dicho sin acritud, al salir de
casa: “Buenos días, cuidado a ver si se van a caer…” (¿o esto es de Bárcenas?
Es igual). A continuación, con los ojos más achinados que nunca, zigzaguea, se
acerca a su vehículo sin equivocarse, esboza una suave sonrisa, entra en él y
hasta la vuelta. Para los periodistas y cámaras, estos segundos tan apreciados
han supuesto dos horas de espera y mucho aburrimiento. El juego sería la
solución. Ya saben que una vez que don Rodrigo ha salido de casa, todos van
detrás hacia la oficina y allí a esperar la jornada. Ese sería otro momento
ideal para jugar. Además, se nos ocurre otro negocio más que iría unido al
anterior, aunque sea de importación. Se trataría de imitar a esos empresarios
franceses que pagan el kilometraje a los trabajadores con la condición de que
vayan al trabajo en bicicleta. Que piense don Rodrigo en las bicicletas que
pudiera vender, homologadas con su firma, por supuesto, si le encasqueta una a
cada uno de los reporteros nacionales o internacionales que le acompañan. Que
aproveche la rentabilidad aunque tuviera que pagar 25 céntimos por kilómetro a todos,
pues al fin y al cabo trabajan gracias a él y se consideran de su plantilla. Todos
ganarían: Él vendería bicicletas y los
demás se llevarían una paguita. Además, la propuesta sería que don Rodrigo
encabezara el pelotón y si, llegado el día, deben acompañarle al módulo número
4 –¡que el diablo no lo consiga!, pues lo único que la gente quiere es dinero y
dinero, devolución y devolución–, decía que llegado el día todo el mundo
estaría en una excelente forma física y mental para acompañarle.
En www.salamancartvaldia.com tenéis mi artículo del martes 6/10/2015.
Acompañadme:
Título: "Las guerras".
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