Andaba yo como todo el mundo, en la lectura atenta de las
condiciones de licencia de un programa informático, cuando un amigo me llama
por teléfono y me pregunta mi parecer sobre las elecciones celebradas el
domingo.
–¿Qué quieres que te diga? –le respondo–, pues que no me explico
cómo tardaron tanto en dar los resultados…
–Ahí estamos de acuerdo. En la época de internet y parece
que los resultados los hubiera traído el motorista del caudillo…
–¿Y en qué no estamos de acuerdo? –le pregunto.
–Hombre tú te habías posicionado por los socialistas...
–Y tú por Podemos…
–Ya, pero ahora dependéis de nosotros para gobernar –me responde.
–Mal hecho, la palabra no es dependéis, porque quien vota
socialista no significa que se halle indignado con los indignados.
–Pero van a ser difícil los acuerdos. Ya ves lo que le pasa
a Susana Díaz –me señala.
–Bueno, amigo, te debo dejar, pero no olvides que la
política es un arte y ahora se verá la mano que mece cada partido o si el interés
por solucionar los problemas es una mera propaganda. Ya veremos.
Le dejo y me marcho a gastarme 20 euros a la tienda. Antes les
voy a hacer una confesión: yo creo en las tiendas de los barrios, pero también pertenezco a esa generación que ha caído en las redes de las grandes
superficies y esa libertad va a ser difícil que me la arranquen. Algunos
dependientes o dependientas son insustituibles, pero otros/otras son insufribles.
Hoy me atiende uno de esos que no te dejan pensar, un estilo Marhuenda que se
dedica todo el rato a preguntarme: “¿Qué más…? ¿Qué más…? ¿Qué más…? ¿Qué más…?
¿Qué más?...”. Y al final remata: “Son 40 euros, caballero". Justo el doble
de mi presupuesto. Tiro de tarjeta. (Esto cualquier parecido con la realidad es
mera coincidencia).
Pero yo le recordaría a ese dependiente alado que puede
atender a otra persona mientras me deja pensar, y debe hacerlo con un amable:
“Mientras usted se lo piensa, yo voy despachando a esta señora”. Pero, amigo,
echo en falta aquellos profesionales de ultramarinos de antes, porque los de ahora, o se ponen las pilas,
o a morir por Dios.
Vuelvo a casa, enciendo el electrodoméstico y recibo otra
sesión de políticoterapia. Éste sí es un gran supermercado que me ofrece la
libertad de dar al mando sin que nadie me pregunte "¿qué más...". Así, en un canal
me quedo con unas chuletillas de Podemos, en otro con una lata de Izquierda
Unida, en el siguiente con una butifarra de Ciudadanos –de UPyD ya no les queda nada–, y el último me lo salto, pues de chorizo, chorizo, chorizo…, incluidos muchos que están a régimen
en el propio partido, ¡estamos todos saturados!
Hoy, como título: "El desahucio del PP".
En www.salamancartvaldia.com tenéis mi artículo de hoy martes, 26/5/2015.
Acompañadme:
Hoy, como título: "El desahucio del PP".
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