(A mi hermano pequeño que hoy cumple 58 años)
Lo sé, no me lo recordéis, sé que no es lógico que pasado mañana
se celebre el Día del Libro y a mí se me ocurra hoy escribir de fútbol. Os
daréis cuenta enseguida del porqué de mi impostura. Lo primero que debemos
admitir es esa envidia que nos corroe. Ya quisiera el mundo de la cultura tener
el jueves 23 en las casetas el llenazo que tendrá mañana el Bernabéu para ver
el derbi en Champions entre el Real Madrid y el Atlético. Pero como esto no va
a ser nunca así, no nos vamos a quejar, ni a gesticular –como hace Cristiano
cada vez que marra– por la decepción de no vender un libro a todo espectador
que se acerque a las casetas. Hay que ser pacientes, ¡qué se le va a hacer! Ahí
tenemos a Casillas, que el hombre no se queja y sin embargo siempre le ponen de
portero, aunque si quiere le llamamos arquero o cancerbero, pero no cambia su
situación y si nos vamos hacia otras épocas, lo de arquero perdió sentido
porque la portería no forma un arco y llamarle cancerbero tampoco es muy
indicado, puesto que procede de la mitología griega y era “el perro que
guardaba las puertas del infierno”. Por tanto, nos quedamos con lo de “portero”
o en su defecto lo llamamos “guardameta” y así quedamos como dios. Yo recuerdo
que ya desde chico, por no sé qué extraño maleficio, los que mejor regateaban sin
embargo eran quienes peor usaban las manos a la hora de hacer caligrafía.
Bueno, tengo que corregirme: he dicho “regateaban” y esa no era la palabra,
pues cuando yo era pequeño no se regateaba, sino que se “churreaba”, con lo que
se hacía más daño, incluso se intentaba sentar en el suelo al defensa con el
engaño, que estamos en España y eso fue siempre más torero. Era algo así como
lo que hace Messi, pero en aquellas fechas lo hacía nuestro Amancio Amaro, un
jugador más vistoso pero menos efectivo. Lo de la bicicleta, esa que apenas le
sale a Ronaldo desde que le dejó Ylenia, con toda la admiración que se debe
reconocer a un gladiador como él, vino un poco después. Pero nuestra debilidad
son los porteros, primero ese hermano pequeño a quien, abusón, colocabas entre
dos piedras y le ametrallabas a balonazos para lucirte en aquel solar que fue el Cuartel de la Montaña, hoy templo de Debod, pido perdón, y luego
esos otros a quienes se les relegaba a la portería en los colegios para que no
estorbaran en el campo. Aunque en los partidos importantes, cuando se “echaba a
pie” para elegir equipo, era conocido de antemano quiénes eran los que mejor paraban,
que solían ser los más osados, pero eso sí, con aquellos patios tan pequeños,
hacían uso de un código ético: “tirar de portería a portería era una
guarrería”. No obstante, volviendo al día del libro, diremos que si nos
organizamos hay tiempo para todo, y quienes castigan a sus niños con no ver un
partido de fútbol cometen una grave injusticia, puesto que con el fútbol,
cuando somos adultos, recuperamos momentos de amistad y de pasión que están más
cercanos al alma que al insustancial realismo. Por tanto, el fútbol socializa
pero también adormece a muchas personas, aunque si la sociedad les saca de su
letargo, el ser humano reacciona y sabe elegir. A propósito, contaba Julián García Candau
hace unos años que Jorge Luis Borges se atrevió a dar una conferencia en Buenos
Aires la tarde en que Argentina jugaba contra Perú un partido decisivo en el
Mundial del 78, aquel Mundial de Videla, y, sin embargo, contra todo
pronóstico, abarrotó la sala. También podemos hablar de quienes
compatibilizaron fútbol y cultura, como Albert Camus, que recordaba que cuando
era niño siempre lo hacía de portero para no romper zapatos y evitar la
zapatilla de la abuela. Y hasta tenemos un conmovedor poema de Miguel
Hernández, “Lolo Sampedro, joven en la portería del cielo de Orihuela”, muerto
contra un poste (una licencia poética, puesto que Lolo no llegó a morir por
aquello). Y, para terminar, si alguien tiene interés en saber algo más del Día
del Libro, diremos que en esta fecha, 23 de abril, murieron los genios más
reconocidos por la Literatura: Cervantes y Shakespeare, y lo hicieron
providencialmente por un cruce de calendarios –España utilizaba el calendario
gregoriano e Inglaterra el juliano–, pero en realidad fallecieron con doce días
de diferencia. Lo dicho: La cultura y el fútbol no están reñidos. Por tanto,
mañana al partido y pasado mañana a las casetas. Y en Salamanca mucha atención
a los autores salmantinos, y a una autora en particular, que promete y que con
tan solo 17 años presentó su primer libro el pasado día 15 en el Liceo. Les
aseguro que llega a la Literatura para quedarse. El libro se titula “Gifters”,
la escritora firma con el pseudónimo de Colleen Brooks y la tarea editora es
competencia de Desván Editorial.
Hoy, como título: "¡Trabajo y castigo!".
En www.salamancartvaldia.com tenéis mi artículo de hoy martes, 21/4/2015.
Acompañadme:
Hoy, como título: "¡Trabajo y castigo!".
Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, amigo.
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